30/01/2010, Sábado de la 3ª semana de Tiempo Ordinario.

Lectura del segundo libro de Samuel (12, 1 7a. 10-17)

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped. » David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera. » Natán dijo a David: « ¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amoníta. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día." » David respondió a Natán: «¡ He pecado contra el Señor!» Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.» Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.

Salmo responsorial (Sal 50, 12 -13. 14-15. 16-17)
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R.

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 35-41)

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vamos a la otra orilla.» Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: -«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?» Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: -«¡Silencio, cállate!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: -«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Se quedaron espantados y se decían unos a otros: -«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Puntos para la oración 30 enero 2010

Tradicionalmente se ha identificado la barca en la que navegaban Jesús y los discípulos como la nave de la Iglesia, o la de mi propia alma. Y es que, también nosotros a menudo nos adentramos en el mar de la vida y nos encontramos con olas que golpean contra nuestra alma hasta casi anegarla, o fuertes huracanes que, sin saber cómo han surgido o de dónde vienen, se levantan contra nosotros turbándonos o amenazando nuestra vida de fe.

Y también nosotros le preguntamos al Señor: “¿no te importa que nos hundamos?” Y también Él nos contesta: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?” A Jesús no le molesta que le despertemos a Jesús le molesta que, estando El en la barca, creamos que se ha olvidado de nosotros. Si Jesús no se preocupa, tú, ¿de qué te preocupas? ¿No va Él contigo? ¿Qué puedes temer? Fíjate bien que el Señor no se levanta para calmar la tempestad, sino para calmar a los discípulos. Durante la tormenta el estaba a popa, es decir, en la parte de atrás, y además ¡durmiendo! Jesús dejaba hacer a sus discípulos, se fiaba de ellos a pesar de la tormenta que les rodeaba, pero ellos no se fiaban de El. “¿Aún no tenéis fe? –les pregunta– Después de tanto tiempo con vosotros ¿todavía no confiáis en Mí? Lo mismo nos pregunta hoy a nosotros: ¿Aún no tienes fe? A pesar de todo lo que conoces de Mí, a pesar de todas mis muestras de amor ¿todavía no te fías?

El profeta Jeremías dice que el corazón del hombre es complicado y enfermo, más potente que el oleaje del mar. El orgullo lo hincha, la ambición le hace salir de sus límites, la tristeza lo cubre de nubes, los vanos pensamientos lo turban, la lujuria lo enfurece. Por eso, a menudo también nos encontramos sumidos en el oleaje de nuestras propias pasiones, subiendo y bajando a merced de los altibajos de nuestro propio corazón.

Por eso, porque interiormente estamos a merced de nuestro corazón, y porque somos cobardes ante los acontecimientos externos, es por lo que la Iglesia nos ofrece el salmo 50 junto a este Evangelio: “¡Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme!” Sí, ¡oh Dios! Crea en mí un corazón puro que no esté a merced de sus pasiones y egoísmos. Renuévame con un espíritu firme que se asiente sólo en Ti, que no sea tan cobarde, tan asustadizo. Sólo así podrá serme devuelta “la alegría de tu salvación” porque me sabré a salvo de todo tipo de asaltos y tormentas del mundo, del enemigo y de mi propio corazón, porque Tú vas siempre conmigo ¡aunque sea dormido a popa! Afiánzame pues, Señor, dame un espíritu generoso, que no tenga miedo ni sea pusilánime. Para así poder cumplir mi misión en la vida y adentrarme contigo en los mares del mundo y de mi propio corazón, hasta que llegue a la “otra orilla”pero contigo Señor, siempre contigo.

29/01/2010, Viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (11, 1-4a. 5-10a. 13-17)

Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella. David mandó preguntar por la mujer, y le dijeron: -«Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.» David mandó a unos para que se la trajesen. Después Betsabé volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: -«Estoy encinta. » Entonces David mandó esta orden a Joab: -«Mándame a Urías, el hitita.» Joab se lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra. Luego le dijo: -«Anda a casa a lavarte los pies. » Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa. Avisaron a David que Urías no habla ido a su casa. Al día siguiente, David lo convidó a un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera.» Joab, que tenia cercada la ciudad, puso a Urías donde sabia que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab, y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11)
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.

En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. R.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 26-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.» Dijo también: -« ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.» Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Puntos para la oración 29 enero 2010

Comenzando la oración: Invocamos al Espíritu Santo, luz del alma con esta oración del Cardenal Mercier: “Espíritu Santo, alma de mi alma; Te adoro, ilumíname, guíame, fortaléceme y consuélame. Dime todo lo que he de hacer y mándame hacerlo. Te prometo someterme a todo lo que me pidas y aceptar todo lo que permitas que me suceda, ¡indícame solamente cuál es tu voluntad!

Puntos de oración:

- “La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”: la parábola de la semilla que crece nos habla de la fuerza que tiene en sí misma la Palabra de Dios. La semilla es la Palabra: si la acogemos con un corazón noble y hacemos de ella la lámpara de nuestros pasos, va desarrollándose en nuestro interior, echando tallos y espigas, empapando nuestra manera de pensar y de sentir, hasta que se refleja en frutos de vida. La Palabra está viva: es Jesucristo viviendo en mí. ¿Voy sintiendo cómo a medida que soy fiel a la oración, a la lectura del evangelio, sus sentimientos son cada vez más los míos y mi vida florece en espigas de entrega?

- “Echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”: al principio, la fe es como la más pequeña de las semillas ¡Todo nos interesa menos las cosas de Dios! Pero si perseveramos y ponemos los medios, la fe va convirtiéndose en la realidad más hermosa de la vida: aquella que da sentido a las demás cosas y las hace de verdad interesantes. Nuestra fe debe madurar incluso para que otros encuentren un apoyo en ella, como los pájaros que anidan en el árbol de la mostaza. Cuando somos fuertes en la fe hacemos un bien inmenso a los que nos rodean, que necesitan confiar en Dios viendo testigos vivientes de la fe.

-¡Misericordia, Señor! Pero también tenemos la experiencia de nuestra debilidad y pecado. El rey David pecó gravemente y compuso ese salmo 50 para pedir perdón a Dios. Son las piedras de la tierra que impiden crecer a la semilla y que es preciso retirar con la ayuda de Dios. Unas palabras de San Bernardo nos ayudan a mantener la esperanza en la misericordia de Dios: “Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos mientras él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor.”

Concluyendo la oración: Hoy sembraré la semilla de la Palabra de Dios en el campo del mundo con confianza, sabiendo que puede producir fruto en los corazones. A mí me corresponde sembrar, otro cosechará.

28/01/2010, Jueves de la 3ª semana de Tiempo Ordinario.

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 18-19. 24-29)

Después que Natán habló a David, el rey fue a presentarse ante el Señor y dijo: -«¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? ¡Y, por si fuera poco para ti, mi Señor, has hecho a la casa de tu siervo una promesa para el futuro, mientras existan hombres, mi Señor! Has establecido a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios. Ahora, pues, Señor Dios, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y su familia, cumple tu palabra. Que tu nombre sea siempre famoso. Que digan: "¡El Señor de los ejércitos es Dios de Israel!" Y que la casa de tu siervo David permanezca en tu presencia. Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has hecho a tu siervo esta revelación: "Te edificaré una casa"; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo. »

Salmo responsorial (Sal 131, 1-2. 3-5. 11. 12. 13-14)
R. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes: cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob. R.

«No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi descanso, no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.» R.

El Señor ha jurado a David una promesa que no retractara: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» R.

«Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» R.

Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 21-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: -«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: -«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará.

27/01/2010, Miércoles de la 3ª semana de Tiempo Ordinario.

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 4-17)

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." » Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.

Salmo responsorial (Sal 88, 4-5. 27-28. 29-30)
R. Le mantendré eternamente mi favor.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra,» R.

Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una prosperidad perpetua y un trono duradero como el cielo,» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: -«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: -«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que 6 1 por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen. "» Y añadió: -«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Puntos para la oración 27 enero 2009

Esta recta final del mes de enero es pródiga en la canonización de grandes santos en la Iglesia. Desde san Francisco de sales, el 24, hasta san Juan Bosco el 31, pasando por la Conversión de san Pablo, el 25, y santo Tomás de Aquino el 28, con santa Ángela de Mérici y san Enrique de Ossó el 27.

¡Qué consolador! Otros como nosotros han llegado y no solo nos muestran el camino por el que podemos también transitar para “llegar”, sino que nos ayudan intercediendo por nosotros ante el Padre a fin de obtener las gracias que necesitamos para lograr a perseverancia que lleva al triunfo final.

Como dice el Catecismo: “Los santos… no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio de Cristo Jesús los méritos que adquirieron en la Tierra. Su solicitud fraterna ayuda mucho a nuestra debilidad” (LG.49). Santo Domingo, ya moribundo, decía a sus hermanos: “No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida.”. También Teresita del Niño Jesús decía: “Pasaré mi cielo haciendo bien sobre la tierra.”

Ante la muerte de nuestros seres queridos ¿quién no se ha sorprendido ante la paz con la que se sobrelleva el dolor del recuerdo de la persona que nos ha dejado? Y es que sentimos que nuestro familiar está alcanzado para nosotros las gracias de sosiego y resignación cristiana con que llevar el duro trance.

Personalmente, me gusta imaginarme a los santos como observándonos igual que en un partido de fútbol, donde la barra celebra las buenas jugadas, anima con pasión al equipo y se llena de entusiasmo en cuando triunfa o cuando fracasa y vuelve a la cancha con renovados bríos.

26/01/2010, Martes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Timoteo y san Tito, obispos

San Pablo a Timoteo 1,1-8

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mi, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 95, 1 2a. 2b 3. 7 Sa. 10
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."

Puntos para la oración 26 enero 2010

1ª Lectura:

Esta lectura nos invita a reflexionar en un milagro que no acaba: la transmisión misma de la fe. Si recordamos a Timoteo y a Tito es fundamentalmente por el papel notable que tuvieron como colaboradores y en cierto modo sucesores del apóstol Pablo en la presidencia y la obra de predicación de las nacientes comunidades cristianas.

San Pablo recuerda cómo la fe cubre ya tres generaciones: a la abuela, la madre y a Timoteo mismo. Es maravilloso que así se extienda el don de Dios. Pero le recuerda también que él mismo debe cuidar el don recibido, particularmente ese don especial que le fue conferido por imposición de manos. Esta alusión, en su sencillez, nos permite asomarnos a otro milagro que atraviesa los siglos: la sucesión apostólica.

La Iglesia nace de la predicación de los apóstoles y es a través de ellos como recibe su alimento que es la Palabra. Esta Palabra conlleva autoridad y tiene poder para edificar a la misma comunidad.
A cada creyente le ha sido confiado el tesoro de la fe, el tesoro del Evangelio, el tesoro de la vida nueva de Jesucristo. Un tesoro para ser amado, para ser conservado, para ser vivido, para ser transmitido en toda circunstancia de la vida, con la fuerza del Espíritu Santo.

Tener fe es vivir la fe, es vivir de la fe. Y la fe nos lanza a buscar a Dios -el único Absoluto- sin pararnos a adorar a todos los ídolos que pretenden ser nuestros salvadores. Creer no es crear ni inventar nada.

Creer es fiarse. Fiarse de Dios y de su Palabra. Es la misma fe que Pablo afirma que les ha transmitido a aquellos primeros cristianos que, como Timoteo, han recibido su palabra, la imposición de manos, el don del Espíritu que les capacita para luchar, para tomar parte en los duros trabajos del Evangelio como él mismo dice, pero sabiendo siempre que lo hacen según la fuerza de Dios, y no basándose en ellos mismos. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor…

Evangelio:

San Lucas fue compañero de San Pablo en sus viajes apostólicos, como él mismo escribió en los “Hechos de los apóstoles”. En el Evangelio de hoy, Cristo manda a sus discípulos de dos en dos a predicar el mensaje del Reino de Dios. Dios nos ha hecho por tanto sus evangelizadores, los mensajeros de la Buena Nueva que Cristo ha traído a este mundo. Tengo que caer en la cuenta que yo también soy una de esas personas elegidas por Dios.

Ahora bien, Jesús nos advierte que nos manda en medio de lobos, porque el mundo en el que nos toca vivir y predicar la palabra de Dios, muchas veces se cierra al mensaje cristiano de la verdad y del amor. Demos ejemplo de la verdad en la caridad, y de la caridad en la verdad, “caritas in veritate” (encíclica del Papa Benedicto XVI). Anunciemos por tanto la paz que Dios ha venido a traernos hace 2010 años, pero que nosotros hemos de renovarla cada día; y logra que todas las personas que nos rodean sientan en sí la Redención que nos ha traído Cristo en su misterio de la Encarnación, Vida, Muerte y Resurrección.

San Lucas, modelo de entrega a la predicación del Evangelio hasta la muerte, sea ejemplo y ayuda para llevar a todas las almas al conocimiento de Cristo, y que nosotros nos enamoremos de verdad del Señor.

María, modelo de fe y de confianza en Dios, supo lo que significa llevar la Palabra a los demás y decir: aquí está la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra.

¡María, Madre nuestra, lleva a Jesús todas nuestras intenciones de ser mejores portadores del Evangelio!

25 de enero de 2010. Lunes de la 3ª semana del Tiempo Ordinario.

La Conversión de San Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 22, 3-16

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: -«Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: 'Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer. " Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Salmo responsorial Sal 116, 1. 2
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Puntos para la oración 25 enero 2010

Al empezar la oración: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

Petición: “Conoscimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar. (EE 139)

Lectura de los Hechos de los apóstoles capítulo 8. Como complemento a la primera lectura de la misa del capítulo 22 de los Hechos podemos leer también parte del capítulo 8 en que San Lucas narra la conversión de San Pablo y donde se dan otros detalles también muy interesantes sobre su conversión que nos pueden ayudar a hacer la oración:

“Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.

Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» El respondió: « ¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.» Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.

Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: «Ananías.» El respondió: «Aquí estoy, Señor.» Y el Señor: «Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira, está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para devolverle la vista.» Respondió Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén y que está aquí con poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le contestó: «Vete, pues éste me es un instrumento de elección que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre.» Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.

Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco, y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios. Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos sacerdotes?» Pero Saulo se crecía y confundía a los judíos que vivían en Damasco demostrándoles que aquél era el Cristo.

Composición de lugar y meditación: Acompañar con la imaginación a San Pablo en su entrada a Damasco. Escuchar la conversación de Jesús con Saulo caído en el suelo. Meditar sobre el silencio y el ayuno de Saulo durante esos días tras ver al Señor y su bautismo. Meditar sobre las palabras de Jesús resucitado antes de subir al cielo y que San Pablo puso por obra durante el resto de su vida: “ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.”

Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de los apóstoles, Madre mía, en ti confío para vivir con fidelidad mi vida de cristiano y de militante y llevar la palabra oportuna a los demás que les lleve a tu Hijo.”

Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

* Nota: las siglas “EE” remiten al libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y al número que se indica.

24/01/2010, Domingo de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Nehemías (8, 2-4a. 5-6. 8-10)

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: - «Amén, amén.» Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: - «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis. » Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: - «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»

Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 15)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 12-30)

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso. Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan. Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían. Así, no hay divisiones en elcuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 1-4; 4, 14-21)

Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: - «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Puntos de oración. “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”

Abramos nuestro corazón a lo que la Palabra de Dios quiere decirnos hoy, en nuestra oración y a lo largo del día. Las lecturas de hoy nos hablan del valor de la Palabra de Dios para nosotros. Podemos fijarnos en algunos aspectos de ellas para nuestra oración.
1) La primera lectura nos narra que “el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley”. Recuerda: ¿alguna vez has llorado, o te has conmovido profundamente al escuchar la Palabra de Dios? ¿Sentías cómo lo que estaba escrito, o lo que se estaba leyendo, parecía dicho para ti, en ese momento? Quizás eran palabras inesperadas de consuelo, quizás una llamada del Señor impulsándote a hacer algo, o a corregir algo que te tenía atenazado, o a salir de ti mismo, o a perdonar a alguien concreto, o a confiar en Dios…

Podemos preguntarnos: ¿Cómo escucho la Palabra de Dios? ¿Como algo que fue pronunciado hace milenios, sin apenas conexión con mi vida? Las lecturas nos señalan algunas actitudes que nos vienen muy bien para ayudarnos a escuchar en profundidad la Palabra de Dios.

a) Cuando Esdras abrió el libro, todo el pueblo “se puso en pie”. Oramos con la mente, con las palabras… pero también con el cuerpo. Cuidemos la postura, la actitud corporal, cuando leamos la Palabra de Dios, o cuando la escuchemos en nuestras celebraciones.

b) Sigue diciendo la primera lectura que “todo el pueblo respondió ‘Amén, amén’”. No podemos leer o escuchar la Escritura como quien lee un periódico, o un anuncio publicitario. La Palabra nos pide una respuesta. “Amén” significa “Así es”. Y cuando respondemos “amén” queremos decir que deseamos que esa Palabra se cumpla en nosotros y en el mundo hoy.

c) A continuación los que escuchaban “se inclinaron y adoraron al Señor”. Esa tiene que ser nuestra actitud al escuchar la Palabra de Dios: darle gracias y adorarle ¿me doy cuenta de que toda Palabra de Dios está referida a Jesucristo, la Palabra de Dios hecho hombre?

d) El Evangelio nos dice que después de la lectura, Jesús se sentó y que “todos tenían los ojos fijos en él”. “Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia”, dice el salmo 122. Tenemos que escuchar con atención viva, como a quien le va la vida en esa Palabra.

e) “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Dios me dirige hoy su Palabra. Y así cada día. La Palabra que me dirige hoy es irrepetible, nueva. Y tengo que recibirla como si fuera la primera vez que la escucho, y responder a ella de forma nueva y personal.

2) Nos dice el Evangelio de San Juan: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único”. Y Jesús nos abre hoy su corazón y nos revela para qué ha sido enviado al mundo por el Padre: a “anunciar el Evangelio a los pobres, anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista, para liberar a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor”. Fijémonos:

a) A anunciar el Evangelio, que significa “Buena noticia”. Con Jesucristo nos ha alcanzado la mejor de las noticias. Nos ha tocado un “gordo” de valor incalculable, y por eso nos invade un gozo desbordante. Como concluye la primera lectura: “No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza”, o el salmo: “los mandatos del Señor alegran el corazón”.

b) Jesús ha venido a curarnos de nuestras enfermedades, y especialmente de nuestra ceguera, de nuestra falta de fe. Como dice el Salmo: “la norma del Señor da luz a los ojos”.

c) Y ha venido a concedernos la auténtica libertad. Estábamos cautivos y oprimidos por tantas cosas, especialmente por el pecado y sus consecuencias, y realmente hemos alcanzado en Cristo la libertad. ¡Somos hijos de la libertad…!

d) Y para anunciar el año de gracia del Señor. ¡Somos amados por Dios infinitamente! Tanto nos ha amado que nos ha concedido su gracia en Jesucristo, y con Él todos los bienes.

Oración final: Digamos con todo el corazón al Señor: Gracias, Señor, por tus palabras. ¡Realmente son espíritu y vida para mí! ¡Gracias porque nos has traído la alegría, la curación y la luz, la libertad y la gracia! ¡Gracias porque te das en tu Palabra! Madre nuestra Santa María: enséñame a acoger y a meditar la Palabra de Dios, como lo hacías Tú.

23/01/2010, Sábado de la 2ª semana de Tiempo Ordinario

Comienzo del segundo libro de Samuel 1, 1-4. 11-12. 19. 23-27

En aquellos días, al volver de su victoria sobre los amalecitas, David se detuvo dos días en Sicelag. Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó, cayó en tierra, postrándose ante David. David le preguntó: -«¿De dónde vienes?» Respondió: -«Me he escapado del campamento israelita.» David dijo: -«¿Qué ha ocurrido? Cuéntame.» Él respondió: -«Pues que la tropa ha huido de la batalla, y ha habido muchas bajas entre la tropa y muchos muertos, y hasta han muerto Saúl y su hijo Jonatán.» Entonces David agarró sus vestiduras y las rasgó, y sus acompañantes hicieron lo mismo. Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel, porque hablan muerto a espada. Y dijo David: «¡Ay, la flor de Israel, herida en tus alturas! ¡Cómo cayeron los valientes! Saúl y Jonatán, mis amigos queridos, ni vida ni muerte los pudo separar; más ágiles que águilas, más bravos que leones. Muchachas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía de púrpura y de joyas, que enjoyaba con oro vuestros vestidos. ¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate! ¡Jonatán, herido en tus alturas! ¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mi más maravilloso que el amor de mujeres. ¡Cómo cayeron los valientes, los rayos de la guerra perecieron!»

Salmo responsorial Sal 79, 2-3. 5-7
R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño; tú que te sientas sobre querubines, resplandece ante Efrain, Benjamin y Manasés; despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Señor Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica? Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos; nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos, se burlan de nosotros. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Puntos para la oración 23 enero 2010

Nos encontramos en la lectura del Evangelio de este día con uno de los textos más cortos del Tiempo Litúrgico, son tan solo tres líneas escasas.., pero no obstante y como siempre, nos deja sumamente pensativos…

I. Partimos de un hecho: Jesucristo pasa ante su familia como un demente.., alguien que está trastornado: (Mc.3,21). El dijo en una ocasión: “Los enemigos de una persona serán los de su propia familia” (Mt.10,36). Su propia familia había llegado a la conclusión de que Jesús había perdido el juicio, y de que ya era hora de que se lo llevaran a casa. Oremos un poco sobre las razones que pudieron tener estos familiares para llegar a pensar así….

A. Jesús había dejado su pueblo, su casa y su taller de carpintero…

1. Lo que diríamos hoy un trabajo seguro.., un porvenir estable…

2. Y había optado por no tener donde reclinar la cabeza.., vivir de limosna y hacerse un predicador ambulante…

B. Jesús estaba a punto de tener un choque frontal con los líderes religiosos de su tiempo…

1. Ninguna persona sensata pensaría en enfrentarse con los estamentos superiores.

C. Jesús se había rodeado de un grupo de colaboradores que dejaban mucho que desear…

1. Había entre ellos algunos pescadores..,

2. un cobrador de impuestos..,

3. y algún que otro nacionalista fanático…

4. Ningún hombre sensato escogería una pandilla de amigos así…

D. Y Jesús con su modo de actuar estaba diciendo a todo el mundo que El no dependía de esas leyes universales por las que todo ser humano se rige en la vida social. Recordémoslas también:

1. La ley de la seguridad…

a. Lo que todo el mundo buscamos desde nuestra más tierna infancia…, y aún en el seno materno…

2. La Ley del mantenimiento a salvo de cualquier incidente o accidente posible…

a. Una vez alcanzado el nivel de seguridad deseada.., hay que mantenerla a flote durante el mayor tiempo posible…

b. La seguridad da tranquilidad.., esa sensación de que “uno está a salvo” y “sin riesgos” que correr…

c. ¡El había tirado por la borda “el mantenerse a salvo…”

3. La ley del consenso público.

a. Somos parte de una sociedad y nos afecta lo que en ella se pueda decir o hacer, nos guste o no nos guste.

b. Jesús se había mostrado totalmente indiferente al “veredicto de la sociedad”. Había dado muestras palpables que no le importaba nada lo que se pudiera pensar de su persona a este nivel…

II. “Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales…” (Mc.3,21).

A. ¿Alguna vez has pasado por esta experiencia? ¿Te has sentido señalado como “no normal” en un mundo de “normales”?

B. ¿Es cómodo o es incómodo? ¿Te sientes identificado con el Cristo de la última línea del Evangelio de hoy, a nivel familiar, amical, social…?

22/01/2010, Viernes de la 2ª semana de Tiempo Ordinario.

Samuel 24, 3 -21

En aquellos dias, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente, hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres: -«Éste es el día del que te dijo el Señor: "Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras.”» Pero él les respondió: « ¡Dios me libre de hacer eso a mi señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él! ¡Es el ungido del Señor!» Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl; pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto; aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto. Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó: «¡Majestad!» Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra, rindiéndole vasallaje. Le dijo: «¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te habla puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matará, pero te respeté, y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el ungido del Señor. Padre mio, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: "La maldad sale de los malos…”, mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano.» Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó: «Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?» Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David: «¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti, y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano.»

Salmo responsorial Sal 56, 2. 3-4. 6 y 11
R. Misericordia, Dios mío, misericordia.

Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. R.

Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. R.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

Puntos para la oración 22 enero 2010

Este texto del evangelio de san Marcos nos ayuda a recordar y actualizar la llamada que recibimos el día de nuestro Bautismo, y la respuesta que hemos ido dando a lo largo de de estos años.

“En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que Él quiso, y se fueron con Él”.

En estos días después de las fiestas de la Navidad, queda con frecuencia en nuestro interior cierta nostalgia y desgana al enfrentarnos de nuevo con la vida real: el trabajo, el estudio, las diferentes obligaciones y responsabilidades familiares y profesionales... Tiempo propicio para que hagan nido en nosotros el tedio y las depresiones.

Parece que la esperanza se ha esfumado. Precisamente en este momento de la vida diaria y a veces monótona, nos sale al paso el Señor que pasa.

En el fondo, después de pasar por estos días, Jesús es la única esperanza que atrae y despeja el camino. Jesús, no habla, se pone en marcha y arrastra a los que le ven subir hacia la montaña. Yo también quiero seguirle y como me he puesto cerca de Él, me llama, y llama a muchos más, a los que quiere, y de nuevo me voy con Él. Yo también le quiero acompañar.

A Jesús le gusta subir a la montaña. Así nos ayuda a desprendernos de las cosas que son un lastre y dificultan la ascensión. Desprendidos de nuestros apegos, unos afectivos y otros de cosas, ya en la cumbre, disfrutaremos de su presencia, con Él a solas.

Ese subir supone buscar cada día un rato para la oración. Dedicar otros tiempos a la atención espiritual, Ejercicios Espirituales, algún retiro, convivencia… Entregar algún tiempo a las personas que me necesitan. Ésta ha de ser mi respuesta a la llamada. No puedo privar a las personas con las que convivo de esa esperanza y paz que recibo del Señor. Tengo que contagiar a otros de esta esperanza que da sentido a mi vida.

Quizás sea el momento de recordar y actualizar el momento en el que Jesús me eligió y que comencé a seguirle. Se me pide fidelidad y coherencia como a los apóstoles que elige el Señor en este texto del evangelio.

Que nuestra petición a Santa María en este día sea: para que todos los cristianos descubran la llamada que recibimos en nuestro bautismo y recibamos la luz y la fuerza para responder con generosidad, desde nuestra condición de bautizados y estemos siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza.

21/01/2010, Jueves de la 2ª semana del tiempo ordinario.

Lectura del primer libro de Samuel 18, 6-9; 19, 1-7

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas. Y cantaban a coro esta copla: -«Saúl mató a mil, David a diez mil.» A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido: -« ¡Diez mil a David, y a mí mil!¡ Ya sólo le falta ser rey! » Y, a partir de aquel día, Saúl le tomó ojeriza a David. Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó: -«Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.» Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David: -« ¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido, y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!» Saúl hizo caso a Jonatán y juró: -«¡Vive Dios, no morirá!» Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saúl, y David siguió en palacio como antes.

Salmo responsorial
R. En Dios confío y no temo.

Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. R.

Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: _«Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer

Puntos para la oración 21 enero 2010

Petición: Señor, cuida mi corazón, mantenme alerta sobre los sentimientos que brotan de él.

Pensamos: Nos centramos en primer lugar en la primera lectura. ¡Qué fácil es caer, como el rey Saúl, en la envidia, la vanidad, que le llevan incluso al deseo de matar a aquel que le hace sombra! Y reflexionamos sobre los sentimientos de nuestro corazón. Seamos sinceros con nosotros mismos y pidámosle sinceridad al Señor: ¿No tenemos sentimientos también nosotros de envidia, de vanidad, de querer sobresalir, de aparentar? ¿De dónde vienen nuestros sentimientos de agresividad, de enfado, de tristeza? ¿Por qué tenemos tan pocos sentimientos y actitudes de generosidad, de entrega, de desinterés verdadero?

En definitiva la pregunta de hoy es ¿cómo está mi corazón?

Oramos: Entro en mi corazón y lo abro a la mirada de Dios y me quedo desnudo ante Él. Y vuelvo mi mirada hacia Cristo, ¿cómo me mira él?

Releo el texto del evangelio e intento descubrir los sentimientos de Jesús. No es fácil en este pasaje porque a primera vista no los dice. Pero seguro que si lo leo detenidamente e imagino la escena puedo reconocer actitudes de entrega, de compasión por los débiles, de humildad…

Y acabo con un diálogo con Jesús. Mi pobreza y pecado con su misericordia y poder.

Y le pido que con ese mismo poder que curaba, expulsaba demonios, cambiaba corazones, también cambie el mío, también expulse mis demonios, también sane mi alma.

20/01/2010, Miércoles de la 2ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel 17, 32-33. 37. 40-51

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: -«Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.» Pero Saúl le contestó: -«No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.» David le replicó: -«El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.» Entonces Saúl le dijo: -«Anda con Dios.» Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: -« ¿Soy yo un perro, para que vengas a mí con un palo?» Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: -«Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.» Pero David le contestó: -«Tú vienes hacia mi armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.» Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.

SALMO RESPONSORIAL Sal 143, 1. 2. 9-10
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas para ti que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenia la parálisis: -«Levántate y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: -«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: -«Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Puntos para la oración 20 enero 2010

Meditamos hoy unas de las páginas más bellas de la Escritura y también de las más conocidas por todo el mundo. La lucha entre David y Goliat, entre el bien y el mal, entre la debilidad y la fuerza, entre la luz y las sombras.

Con solo recrear la escena, basta hoy para hacer nuestro rato de oración. Contemplar al gran Goliat, guerrero curtido, de mirada desafiante, inyectada en sangre buscando a su rival, bien preparado para el combate, con todo tipo de armas, hasta un escudero necesita para llevarlas. En frente el joven David, de rostro alegre, y una mirada llena de luz, sin miedos que nublen sus ojos. Escuchar el diálogo entre los dos rivales y el desenlace final que con tanta belleza narra el Libro de Samuel.

Dos lecciones, entre otras tantas, podemos sacar de nuestra oración:

  • David busca la gloria de Dios, no permite que al rey de Israel se le ofenda, pues es el ungido de Dios.
  • David no confía en sus capacidades, va a luchar en el nombre del Señor, por eso sabe que Dios está con él.

Que en nuestras vidas, siempre lo que nos mueva sea buscar lo que más le agrada al Señor, poder consolarle. Y una vez que tenemos claro cuál es su voluntad lanzarnos a cumplirla, por muy costosa que nos parezca, confiando en que el nos dará la victoria, que es su victoria, como hizo con David frente a Goliat.

19/01/2010, Martes de la 2ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1-13

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: -«¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey. » Samuel contestó: -«¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.» El Señor le dijo: -«Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.» Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: -«¿Vienes en son de paz?» Respondió: -«Si, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.» Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo: -«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.» Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.» Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.» Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.» Luego preguntó a Jesé: -«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: -«Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» Samuel dijo: -«Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.» Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: -«Anda, úngelo, porque es éste.» Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.

Salmo responsorial Sal 88, 20. 21-22. 27-28
R. Encontré a David, mi siervo.

Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R.

«Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.» R.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora"; y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: -«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: -«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: -«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; as! que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Puntos para la oración 19 enero 2010

Como siempre, lo primero es ponernos en la presencia de Dios, ayudados de María y de aquellos santos a los que tenemos más devoción. Poner a toda la Corte Celestial interpelante por mí, como nos recomienda San Ignacio.

Adentrados ya en el Tiempo Ordinario, seguimos saboreando internamente las vivencias de la Navidad, donde Dios se nos hace tan cercano que no tenemos reparo en acudir confiadamente a suplicar su ayuda.

Es la actitud del mendigo que se pone a pedir. Así es como queremos comenzar cada mañana nuestra oración. Necesitamos de Dios.

Ven, Señor, mándanos tu Espíritu para que clame desde nosotros, y pida todo aquello que nosotros no sabemos hacer.

Hacemos memoria particular de Nuestra Madre. Ella siempre está de nuestra parte y nos conduce derechamente a Jesucristo, que es el objeto de nuestra oración.

En la primera lectura vemos cómo el Señor manda a Samuel para que le busque un rey para Israel, “me ungirás al que yo te diga”. Siempre es Dios el que toma la iniciativa, por eso no hay que tener ningún miedo a ser llamado por Dios para servir a su pueblo.

¿Cuál es mi actitud ante las llamadas de Dios? ¿Tengo miedo? ¿Me falta generosidad? Sabemos muy bien que el Señor capacita a aquellos a los que llama para la tarea que les encomienda.

Dios da un consejo a Samuel para que elija bien: “No te fijes en las apariencias ni en la buena estatura” Porque Dios no ve como los hombres, el Señor ve el corazón.

Pasaron todos los hermanos mayores y a ninguno había elegido Dios, solamente al pequeño, a David, que estaba cuidando las ovejas. Los planes de Dios son muy distintos de los nuestros.

Este pasaje nos invita a la confianza para llevar a cabo la elección que Dios hace de cada uno de nosotros. Por el Bautismo todos somos sacerdotes profetas y reyes, luego todos tenemos una tarea para realizar, y no nos es lícito desertar.

En el salmo repetimos: “encontré a David mi sirvo” Esto mismo es lo que quiere repetir con cada uno de nosotros. Pon tu nombre y escucha que Dios te dice encontré a ………..….. mi siervo, con tu nombre propio, con tu historia, con tus cualidades y con tus defectos. No tengas miedo es Él quien elige.

Con la elección y las llamadas de Dios nos va constituyendo en hombres libres para hacer siempre el bien y no esclavizarnos a normas que puedan restar energías en la misión evangelizadora del mundo. “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”, buscando siempre lo que más conduce para nuestra salvación y la de los demás.

Estemos atentos a las acciones de Dios, porque puede mandar a un nuevo Samuel para que me unja con la cuerna de aceite. Sería un regalo tan extraordinario que nos llenaría de la fuerza del Espíritu Santo, como le ocurrió a David.

Y como le ocurrió también a María cuando fue elegida por el anuncio del Ángel.

Señor, que no sea sordo a tus llamadas, sino presto y diligente para cumplir tu santísima voluntad. AMEN.

18/01/2010, Lunes de la 2ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl: -«Déjame que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche.» Contestó Saúl: -«Dímelo. » Samuel dijo: «Aunque te creas pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos. ¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?» Saúl replicó: -« ¡Pero si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Si la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal.» Samuel contestó: -«¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos, o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que la grasa de carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza como rey.»

Salmo responsorial Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

«No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mi. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.» R.

«¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» R.

«Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: -«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?» Jesús les contestó: -«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día si que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

Puntos para la oración 18 enero 2010

Al iniciar la oración pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios pidiéndole que este encuentro con Él sólo sea, como todo este día, ordenado y servicio y alabanza de Dios.

Jesús en el evangelio de hoy nos pone un ejemplo que en una sociedad consumista como la nuestra no entenderá. Hoy si un vestido envejece se tira, simplemente. En otros tiempos, en cambio, si un vestido se desgastaba, se remendaba y se ponían parches de tela del mismo color y cualidad de la prenda.

Es una experiencia que se puede trasladar al ámbito espiritual. En la vida se cometen errores, nos damos cuenta e intentamos remediar el error de la forma más coherente con la falta cometida no intentando negar o justificar dicho error, eso es lo que llama Jesús poner un trozo de tela nuevo en un vestido viejo. ¿Cuántas veces intentamos poner remedios a nuestros pecados de forma equivocada?

Aquí Jesús nos habla de su nuevo estilo de vida con un lenguaje extraordi-nariamente plástico, recurre a la comparación sobre el paño y el vino nuevos. Jesús trae un vino nuevo que no puede introducirse en odres viejos, un paño nuevo que no puede ponerse junto al paño viejo. Es inútil pretender arreglar el paño o los odres; Jesús trae algo tan nuevo, tan lleno de vida que necesariamente hace estallar los recipientes antiguos.

No valen las componendas, hay que revisar en profundidad los cauces viejos porque se han quedado definitivamente estrechos y no pueden ya arreglarse. Se necesitan paños y odres nuevos. Al leer este pasaje del evangelio quizás muchos cristianos la conclusión que saquen sea que hay que cambiar las estructuras antiguas por otras modernas. Todo lo reducimos al cambios de estructuras, todo menos ir a la raíz del problema que es cambiar el corazón y nuestros criterios humanos. “Mis caminos no son vuestros caminos”.

El criterio humano nos dice: rompimiento, separación, violencia, culpabilizar al otro, etc. El paño y los odres nuevos que Jesús nos propone son vivir lo más plenamente posible las bienaventuranzas, éste es el estilo de Jesús, estos son los odres nuevos y el paño nuevo que nos trae Jesús para nuestro vino y para nuestros vestidos.

María es la criatura que mejor ha sabido poner el paño adecuado, el preparar el mejor odre, haciéndose la esclava del Señor, con un corazón virginal, vacío de sí misma para llenarlo todo y sólo de Dios.

Que Ella nos alcance esta gracia de su Hijo y así poder anunciarlo a todos aquellos que el Señor ha puesto en nuestro camino.

17/01/2010, Domingo de la 2ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Isaías 62, 1-5

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Salmo responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 4-11

Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: -«No les queda vino.» Jesús le contestó: -«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.» Su madre dijo a los sirvientes: -«Haced lo que él diga.» Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: -«Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: -«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.» Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: -«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Puntos para la oración 17 enero 2010

“Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas hacia ti Señor”.

“Dame conocimiento de los engaños del mal caudillo para de ellos me librar”.

En tu presencia, Señor, voy hacer este rato de oración, que desde ahora preparo con todo el corazón. Es tan nuestro el texto del Evangelio de mañana… Es tanto lo que nos quieren decir, Jesús y su Madre…

Ella ESTÁ presente e intercede de una manera sorprendente, en las Bodas de Caná.

Muchos puntos en los que nos podemos fijar pero vamos a poner algunos por si ayudan. En otro caso, déjate conducir por el Espíritu Santo, y en el fondo de tu alma sentirás algunas de estas frases que están dedicadas a ti:

1ª.- La madre de Jesús estaba allí.
2ª.- Ella ha notado que no tienen vino, se ha acabado y le dice a Jesús: “No tienen vino”.
3ª.- “No ha llegado mi hora”.
4ª.- “Haced lo que Él os diga”.

La Virgen “estaba” como estaba cuando le visita el ángel, como estaba en los sueños de San José… Cuando hay que ir a visitar a su prima, estaba lista, dispuesta, preparada. Es la actitud de un militante, de un bautizado que ha tomado conciencia de su bautismo. Estaba en el camino del Calvario, junto a la Cruz, y en todas las acciones de su Hijo, sino físicamente, sí con su alma. Estaba allí. Nos invita a estar allí, disponibles, dispuestos a hacer su voluntad.

Pero no está distraída. Cuántas lecciones nos da cuando no nos damos cuenta de las necesidades de los que nos rodean. Preocupada por todo. Esto me hace preguntarme: ¿me preocupo del que está a mi lado? Acabamos de celebrar la Navidad, Jesús nos ha traído la vida eterna, ¿sueño con que todos la alcancen, busco la oportunidad para comunicar su mensaje? ¿Qué me falta? ¿Qué nos falta? “Madre no tenemos vino. El vino de la gracia, la alegría, la frescura del apóstol”.

“Haced lo que Él os diga”. Para ello necesita contar con nuestra entrega incondicional. ¿estamos dispuestos a hacer lo que Él nos diga? Los discípulos ante la insinuación de la Madre, no lo dudaron ni un momento y se convirtieron en “tinajeros”. También nosotros debemos ser esos tinajeros para la juventud actual, llevarlos a Jesús para que Él los convierta en buen vino de su gloria. No tenemos más que llenar nuestras tinajas con agua, y Él pondrá el resto. ¿Resultado? El mejor vino lo ofrecieron los convidados al final. Si nos ven dispuestos (aquí estoy Señor para hacer tu voluntad), como los discípulos, los invitados vendrán a probar de ese manjar que sabe a vida eterna. Ante tanta frase si sentido, sin metas, sin nada entre sus manos que pueda llenarles, están deseosos de escuchar la Buena Noticia del Evangelio.

Santa María, haznos esos tinajeros, tus manos para llevarles a Jesús, pues después de un rato de oración así, tenemos que incendiar el mundo, como nos invita el salmo: “Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor”. Y más…, el domingo, que es el Día del Señor.

16/01/2010, Sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10

Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba. A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: -«Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras. » Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco. Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: -«Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.» Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: -«Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.» Samuel le respondió: -«Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas. » Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: -«El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»

Salmo responsorial
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. R.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. R.

Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia. R.

EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme.» Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: -« ¡De modo que come con publicanos y pecadores!» Jesús lo oyó y les dijo: -«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he ven do a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Puntos para la oración 16 enero 2010

Petición: Señor, alcánzanos un corazón humilde y sencillo, para reconocer nuestros pecados y saber acoger a los que tenemos por pecadores.

Pensamos:

Hoy nos resulta muy fácil ver esta escena del evangelio y criticar a los fariseos… Pero creo que convendría no ir demasiado deprisa y pararse a pensar si nosotros no tenemos demasiado en común con estos críticos de Jesús.

Jesús comía con los pecadores públicos… Eso es lo que escandalizó a los fariseos.

¿Quiénes son los pecadores públicos de hoy en día? Convendría pensarlo un poco en nuestra oración. Seguro que aparecen por nuestro imaginario personas concretas que podemos considerar pecadores claramente: terroristas, prostitutas, los que esclavizan sexualmente a esas chicas, quienes abusan de los menores, quienes trafican con las armas, los que promueven y practican el aborto enriqueciéndose con ese turbio negocio… Podemos seguir poniendo rostros concretos a esos pecadores públicos de hoy en día.

¿Qué diríamos nosotros de un sacerdote o un religioso cuyos predilectos fueran estos pecadores públicos? Que se dejase acariciar y besar por una prostituta, que compartiese mesa y conversación amigable con un terrorista de ETA, que fuese a la casa de un rico empresario de clínicas abortistas…

¿Cuántos de nosotros no lo criticaríamos, no comentaríamos que no era, cuando menos, prudente? ¿Cuántos de nosotros no nos apartaríamos?

Oramos:

Hoy en nuestra oración nos acercamos a esa mesa, a ese convite, y contemplamos a Jesús compartir comida con estos pecadores públicos. ¿Qué siento? ¿Qué le digo a Jesús? ¿Qué me dice él a mí?

Y pedimos fuerza en la oración para salir yo también al encuentro de esos pecadores, de los que en mi clase, en mi trabajo veo que están más alejados de Dios… Y me hago el propósito de hablar con ellos, de no juzgarlos, de amarlos con el amor de Cristo. ¿Seré capaz de decirles que Cristo ha venido justo por ellos, que les ama con predilección, que les prefiere a otros muchos que se tienen a sí mismos por justos? ¿Seré capaz de dar aliento y esperanza?

Se lo pido al Señor en la oración.

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