Petición: Señor, cuida mi corazón, mantenme alerta sobre los sentimientos que brotan de él.
Pensamos: Nos centramos en primer lugar en la primera lectura. ¡Qué fácil es caer, como el rey Saúl, en la envidia, la vanidad, que le llevan incluso al deseo de matar a aquel que le hace sombra! Y reflexionamos sobre los sentimientos de nuestro corazón. Seamos sinceros con nosotros mismos y pidámosle sinceridad al Señor: ¿No tenemos sentimientos también nosotros de envidia, de vanidad, de querer sobresalir, de aparentar? ¿De dónde vienen nuestros sentimientos de agresividad, de enfado, de tristeza? ¿Por qué tenemos tan pocos sentimientos y actitudes de generosidad, de entrega, de desinterés verdadero?
En definitiva la pregunta de hoy es ¿cómo está mi corazón?
Oramos: Entro en mi corazón y lo abro a la mirada de Dios y me quedo desnudo ante Él. Y vuelvo mi mirada hacia Cristo, ¿cómo me mira él?
Releo el texto del evangelio e intento descubrir los sentimientos de Jesús. No es fácil en este pasaje porque a primera vista no los dice. Pero seguro que si lo leo detenidamente e imagino la escena puedo reconocer actitudes de entrega, de compasión por los débiles, de humildad…
Y acabo con un diálogo con Jesús. Mi pobreza y pecado con su misericordia y poder.
Y le pido que con ese mismo poder que curaba, expulsaba demonios, cambiaba corazones, también cambie el mío, también expulse mis demonios, también sane mi alma.