“Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas hacia ti Señor”.
“Dame conocimiento de los engaños del mal caudillo para de ellos me librar”.
En tu presencia, Señor, voy hacer este rato de oración, que desde ahora preparo con todo el corazón. Es tan nuestro el texto del Evangelio de mañana… Es tanto lo que nos quieren decir, Jesús y su Madre…
Ella ESTÁ presente e intercede de una manera sorprendente, en las Bodas de Caná.
Muchos puntos en los que nos podemos fijar pero vamos a poner algunos por si ayudan. En otro caso, déjate conducir por el Espíritu Santo, y en el fondo de tu alma sentirás algunas de estas frases que están dedicadas a ti:
1ª.- La madre de Jesús estaba allí.
2ª.- Ella ha notado que no tienen vino, se ha acabado y le dice a Jesús: “No tienen vino”.
3ª.- “No ha llegado mi hora”.
4ª.- “Haced lo que Él os diga”.
La Virgen “estaba” como estaba cuando le visita el ángel, como estaba en los sueños de San José… Cuando hay que ir a visitar a su prima, estaba lista, dispuesta, preparada. Es la actitud de un militante, de un bautizado que ha tomado conciencia de su bautismo. Estaba en el camino del Calvario, junto a la Cruz, y en todas las acciones de su Hijo, sino físicamente, sí con su alma. Estaba allí. Nos invita a estar allí, disponibles, dispuestos a hacer su voluntad.
Pero no está distraída. Cuántas lecciones nos da cuando no nos damos cuenta de las necesidades de los que nos rodean. Preocupada por todo. Esto me hace preguntarme: ¿me preocupo del que está a mi lado? Acabamos de celebrar la Navidad, Jesús nos ha traído la vida eterna, ¿sueño con que todos la alcancen, busco la oportunidad para comunicar su mensaje? ¿Qué me falta? ¿Qué nos falta? “Madre no tenemos vino. El vino de la gracia, la alegría, la frescura del apóstol”.
“Haced lo que Él os diga”. Para ello necesita contar con nuestra entrega incondicional. ¿estamos dispuestos a hacer lo que Él nos diga? Los discípulos ante la insinuación de la Madre, no lo dudaron ni un momento y se convirtieron en “tinajeros”. También nosotros debemos ser esos tinajeros para la juventud actual, llevarlos a Jesús para que Él los convierta en buen vino de su gloria. No tenemos más que llenar nuestras tinajas con agua, y Él pondrá el resto. ¿Resultado? El mejor vino lo ofrecieron los convidados al final. Si nos ven dispuestos (aquí estoy Señor para hacer tu voluntad), como los discípulos, los invitados vendrán a probar de ese manjar que sabe a vida eterna. Ante tanta frase si sentido, sin metas, sin nada entre sus manos que pueda llenarles, están deseosos de escuchar la Buena Noticia del Evangelio.
Santa María, haznos esos tinajeros, tus manos para llevarles a Jesús, pues después de un rato de oración así, tenemos que incendiar el mundo, como nos invita el salmo: “Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor”. Y más…, el domingo, que es el Día del Señor.