Al iniciar la oración pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios pidiéndole que este encuentro con Él sólo sea, como todo este día, ordenado y servicio y alabanza de Dios.
Jesús en el evangelio de hoy nos pone un ejemplo que en una sociedad consumista como la nuestra no entenderá. Hoy si un vestido envejece se tira, simplemente. En otros tiempos, en cambio, si un vestido se desgastaba, se remendaba y se ponían parches de tela del mismo color y cualidad de la prenda.
Es una experiencia que se puede trasladar al ámbito espiritual. En la vida se cometen errores, nos damos cuenta e intentamos remediar el error de la forma más coherente con la falta cometida no intentando negar o justificar dicho error, eso es lo que llama Jesús poner un trozo de tela nuevo en un vestido viejo. ¿Cuántas veces intentamos poner remedios a nuestros pecados de forma equivocada?
Aquí Jesús nos habla de su nuevo estilo de vida con un lenguaje extraordi-nariamente plástico, recurre a la comparación sobre el paño y el vino nuevos. Jesús trae un vino nuevo que no puede introducirse en odres viejos, un paño nuevo que no puede ponerse junto al paño viejo. Es inútil pretender arreglar el paño o los odres; Jesús trae algo tan nuevo, tan lleno de vida que necesariamente hace estallar los recipientes antiguos.
No valen las componendas, hay que revisar en profundidad los cauces viejos porque se han quedado definitivamente estrechos y no pueden ya arreglarse. Se necesitan paños y odres nuevos. Al leer este pasaje del evangelio quizás muchos cristianos la conclusión que saquen sea que hay que cambiar las estructuras antiguas por otras modernas. Todo lo reducimos al cambios de estructuras, todo menos ir a la raíz del problema que es cambiar el corazón y nuestros criterios humanos. “Mis caminos no son vuestros caminos”.
El criterio humano nos dice: rompimiento, separación, violencia, culpabilizar al otro, etc. El paño y los odres nuevos que Jesús nos propone son vivir lo más plenamente posible las bienaventuranzas, éste es el estilo de Jesús, estos son los odres nuevos y el paño nuevo que nos trae Jesús para nuestro vino y para nuestros vestidos.
María es la criatura que mejor ha sabido poner el paño adecuado, el preparar el mejor odre, haciéndose la esclava del Señor, con un corazón virginal, vacío de sí misma para llenarlo todo y sólo de Dios.
Que Ella nos alcance esta gracia de su Hijo y así poder anunciarlo a todos aquellos que el Señor ha puesto en nuestro camino.