Comenzando la oración: Invocamos al Espíritu Santo, luz del alma con esta oración del Cardenal Mercier: “Espíritu Santo, alma de mi alma; Te adoro, ilumíname, guíame, fortaléceme y consuélame. Dime todo lo que he de hacer y mándame hacerlo. Te prometo someterme a todo lo que me pidas y aceptar todo lo que permitas que me suceda, ¡indícame solamente cuál es tu voluntad!
Puntos de oración:
- “La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”: la parábola de la semilla que crece nos habla de la fuerza que tiene en sí misma la Palabra de Dios. La semilla es la Palabra: si la acogemos con un corazón noble y hacemos de ella la lámpara de nuestros pasos, va desarrollándose en nuestro interior, echando tallos y espigas, empapando nuestra manera de pensar y de sentir, hasta que se refleja en frutos de vida. La Palabra está viva: es Jesucristo viviendo en mí. ¿Voy sintiendo cómo a medida que soy fiel a la oración, a la lectura del evangelio, sus sentimientos son cada vez más los míos y mi vida florece en espigas de entrega?
- “Echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”: al principio, la fe es como la más pequeña de las semillas ¡Todo nos interesa menos las cosas de Dios! Pero si perseveramos y ponemos los medios, la fe va convirtiéndose en la realidad más hermosa de la vida: aquella que da sentido a las demás cosas y las hace de verdad interesantes. Nuestra fe debe madurar incluso para que otros encuentren un apoyo en ella, como los pájaros que anidan en el árbol de la mostaza. Cuando somos fuertes en la fe hacemos un bien inmenso a los que nos rodean, que necesitan confiar en Dios viendo testigos vivientes de la fe.
-¡Misericordia, Señor! Pero también tenemos la experiencia de nuestra debilidad y pecado. El rey David pecó gravemente y compuso ese salmo 50 para pedir perdón a Dios. Son las piedras de la tierra que impiden crecer a la semilla y que es preciso retirar con la ayuda de Dios. Unas palabras de San Bernardo nos ayudan a mantener la esperanza en la misericordia de Dios: “Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos mientras él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor.”
Concluyendo la oración: Hoy sembraré la semilla de la Palabra de Dios en el campo del mundo con confianza, sabiendo que puede producir fruto en los corazones. A mí me corresponde sembrar, otro cosechará.