23/05/2010, Domingo de Pentecostés – Termina el Tiempo Pascual

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2, 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: - «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Salmo responsorial Sal 103 (1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34)
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 3b-7. 12-13)

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 19-23)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

23 mayo 2010, domingo de Pentecostés – Puntos de oración

Creo que el Evangelio es de vital importancia para sostener la Fe de los creyentes.., pero el Evangelio de este día de Pentecostés, no solo sostiene la fe, sino que la fortalece hasta nivel de sacramento…

  • “Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana…”

    o La primera aparición del Resucitado en S. Juan tiene lugar en la “tarde” del mismo día de la resurrección, cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí Jn: “el primer día de la semana.”

  • “Estaban los discípulos en una casa…”
    • Los once apóstoles están juntos;
      • Acaso hubiese con ellos otras personas y que no se citan.
      • No se dice el lugar; verosímilmente podría ser en el cenáculo (Act 1:4.13).
  • “…con las puertas cerradas por miedo a los judíos.”
    • Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían medrosos.
      • Por eso les hacía ocultarse y cerrar las puertas, para evitar una intromisión inesperada de sus enemigos.
      • Pero la consignación de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado “glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos.
  • “Y en esto entró Jesús, se puso en medio…”
    • Inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos.
    • S. Lc, que narra esta escena, dice que quedaron “aterrados,” pues creían ver un “espíritu” o un fantasma.
    • Cristo les saludó deseándoles la “paz.” Con ello les confirió lo que ésta llevaba anejo (cf. Lc 24:36-43).
  • «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
    • S. Juan omite lo que dice S. Lucas: que no se turben ni duden de su presencia.
    • Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes taladradas por los clavos, y “el costado,” abierto por la lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, Tomás podría poner sus dedos.
      • En Lc se cita que les muestra “sus manos y pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás.
      • Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en su cuerpo.
      • Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad.
  • “Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
    • De este pasaje dio la Iglesia dos definiciones dogmáticas.
    • La primera fue dada en el canon 12 del quinto concilio ecuménico, que es el Constantinopolita no II, de 552, y dice así, definiendo: “Si alguno defiende al impío Teodoro de Mopsuestia, que dijo... que, después de la resurrección, cuando el Señor insufló a los discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20:22), no les dio el Espíritu Santo, sino que tan sólo se lo dio figurativamente, sea anatema.”
    • La segunda definición dogmática la dio el concilio de Trento, cuando, interpretando dogmáticamente este pasaje de Jn, dice en el canon 3, “De sacramento paenitentiae”:“Si alguno dijese que aquellas palabras del Señor Salvador: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis, les serán retenidos (Jn 20:22ss), no han de entenderse de la potestad de perdonar y retener los pecados en el sacramento de la penitencia, como la Iglesia católica, ya desde el principio, siempre lo entendió así, sino que lo retorciese, contra la institución de este sacramento, a la autoridad de predicar el Evangelio, sea anatema.”

22/05/2010, Sábado de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (28,16-20.30-31)

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: "Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas." Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Salmo Responsorial (Sal 10)
R. Los buenos verán tu rostro, Señor.

El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. R.

El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25)

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?" Al verlo, Pedro dice a Jesús: "Señor, y éste ¿qué?" Jesús le contesta: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme." Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?" Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

22 mayo 2010, sábado de la 7ª semana de Pascua – Puntos de oración

Así empieza la liturgia de esta noche: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu santo que habita en nosotros” (Rom 5,5; 8,11).

El Aleluya está tomado del Salmo 103. “Envía tu Espíritu Señor, y repuebla la faz de la tierra”.

La oración de esta mañana nos tiene que ir preparando el corazón para recibir los regalos, los siete dones del Espíritu Santo. ¿Los recuerdas? El don de Temor de Dios, de Fortaleza, de Piedad, de Consejo, de Ciencia, de Entendimiento y de Sabiduría.

Esta noche celebramos todos los cristianos la Vigilia de Pentecostés.

El protagonista de toda nuestra vida espiritual es el Espíritu Santo. Toda la Iglesia vive de la Vida del Espíritu Santo, desde que nació del Corazón abierto de Cristo el Viernes Santo.

Parece que con la Ascensión del Señor al cielo nos ha dejado huérfanos. Todo lo contrario, si pedimos con insistencia, nos enviará al Consolador que nos va a recordar todo lo que nos dijo y nos comunicará la luz y fortaleza para que se nos se abra el entendimiento y recibamos el don de fortaleza para ser fieles a los mandatos que nos ha dejado. El Señor nos asegura que Él permanecerá siempre con nosotros hasta el fin del mundo.

Te animo a que leas con detenimiento las lecturas que la Iglesia nos propone para esta Vigilia de Pentecostés.

El libro del Génesis 11, 1-9; En Babel confundió el Señor la lengua de toda la tierra. Es el pecado de siempre y de todos los hombres, querer ser tan poderosos que pudieran vivir al margen de Dios. En el fondo hacerse dioses, convertirse de criaturas a ser creadores. Pero el Señor los quiso salvar haciéndoles caer en su propia limitación, independencia y rebeldía.

Cristo nos propone de nuevo la salvación, enviándonos el Espíritu Santo para hacernos a todos los hombres uno, pero según el Corazón de Dios.

En el evangelio de esta noche resuenan con poder las palabras de Jesús:

“El último día de las fiestas, Jesús en pie gritaba: “el que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba”… de sus entrañas manarán torrentes de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en Él…”

Oración: Padre que estás en los cielos. Tú enviaste el Espíritu Santo a los primeros cristianos mientras oraban, unánimes con María, Madre de Jesús, en el cenáculo de Jerusalén. Concédenos soledad, sencillez silencio de corazón, para que el mismo fuego de amor que Tu Hijo trajo a la tierra para incendiarlo todo, abrase también nuestras almas…

21/05/2010, Viernes de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25, 13-21)

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: -«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, corno Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab)
R. El Señor puso en el cielo su trono.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (21, 15-19)

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: -«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: -«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: -«Simón, hijo de Juan, ¿me arnas?» Él le contesta: -«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: -«Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: -«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: -«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: -«Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: -«Sígueme.»

21 mayo 2010, viernes de la 7ª semana de Pascua – Puntos de oración

Petición: 'Señor, que te siga, sin miedo, hasta el fin'.

Contemplamos: El lago de Galilea, con sus 12 kilómetros de ancho y sus 24 de largo es el escenario de este pasaje. A un lado, no lejos de Cafarnaún y de lugares donde habían ocurrido algunas de las escenas más emblemáticas como la multiplicación de los panes y los peces, o el discurso de las bienaventuranzas, se encuentra la playa de piedras, orilla del lago donde ocurre la escena.

Comenzamos donde acaba el evangelio.

Lo leemos detenidamente para poder ambientarnos. Nos imaginamos todo lo que aparece.

A un lado el rescoldo del fuego y las sobras del pescado. Cerca los discípulos hablando entre ellos... y mirando de reojo a Jesús que habla con Pedro, aunque ninguno de ellos puede escuchar nada. Juan, un poco más de cerca, disimuladamente está contando los peces y mira a Jesús.

El eco del diálogo sigue en el corazón. '¿Me amas?', 'Sígueme'. Dos frases que requieren dos respuestas.

También Jesús me las dice a mí.

Y Jesús y Pedro se alejan hasta que nadie les puede ver. Y allí, a solas Pedro, se desahoga. Se echa a llorar ahora que nadie le ve. Y le pide perdón una y otra vez. Y Jesús vuelve a clavar en él la mirada profunda de aquella noche de traición. Una mirada de inmenso amor. 'Pedro, te sigo queriendo igual o más que antes. Y ahora que te ves poca cosa y humilde puedo decirte que, en verdad, estás preparado para dar tu vida por mí'

A solas con Jesús. También yo me quedo a solas con Jesús, cuando al fin Pedro vuelve con los apóstoles. Y también mi mirada se cruza con la suya. Mi pecado no es menor que el de Pedro. ¿Cómo será mi amor? Pensar en cómo sería mi diálogo con Jesús en ese momento. Escuchar también de él la voz que me invita a seguirle. Y hacerlo desde la certeza que con ello me espera la persecución y, de una u otra manera, el martirio.

Y dejándolo todo, le sigo.

20/05/2010, Jueves de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 30; 23, 6-11)

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: - «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.» Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: - «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?» El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: - «¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Salmo responsorial (Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 20-26)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: -«Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

20 mayo 2010, jueves de la 7ª semana de Pascua – Puntos de oración

La primera lectura narra una de las situaciones típicas de Pablo, metido en un fregado por Cristo. A él no le importa su vida, lo que quiere es anunciar a Jesús. Sabe que el dar testimonio le lleva a estas situaciones, pero también sabe que el Espíritu Santo está con él. ¿De dónde sacaba san Pablo la fuerza? Es fácil que de su unión espiritual con Dios, se hubiera dejado seducir por Cristo.

Cuantas veces habría rezado lo que hoy recitamos en el salmo “Señor tú eres mi bien”. Realmente para Pablo el Señor era su heredad y su lote, lo demás estaba en un segundo plano.

En este mes de Mayo pidamos a María que nos haga ardientes como Pablo, audaces y atrevidos como el gran apóstol. El mundo de hoy está triste, y no sólo por la crisis económica. Llevemos a nuestros compañeros la alegría de la fe. En este mes de la Virgen tengamos siempre presente a María, con ella a nuestra derecha nunca vacilaremos.

19/05/2010, Miércoles de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 28-38)

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: -«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir."» Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Salmo responsorial (Sal 67, 29-30. 33-35a. 35b y 36c)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. R.

Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: «Reconoced el poder de Dios.» R.

Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 11b-19)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: -«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

19 mayo 2010, miércoles de la 7ª semana de Pascua – Puntos de oración

En este mes de Mayo, dedicado de una forma especial a María, comenzamos nuestra oración acompañados por su mano materna. Así nos adentramos en la relación profunda con Jesús.

Consagrados en la verdad

El Evangelio de este día comprende la segunda parte de la “oración sacerdotal” de Jesús, intercediendo por sus amigos ante el Padre antes de ausentarse en su Ascensión a los cielos.

Esta certeza de la oración de Jesús en nuestro favor nos coloca en una actitud de plena confianza. Así podemos adentrarnos en la oración con el corazón abierto de par en par.

Jesús pide al Padre que santifique a los discípulos en la verdad. La efusión del Espíritu será precisamente la consagración en la verdad. Esta consagración da al creyente acceso a la santidad del Padre y a la alegría cumplida y rebosante de Cristo glorificado.

Pero hay dos condiciones para lograr esta meta:

  1. Mantenerse unidos los discípulos entre sí por el amor
  2. Aguantar y vencer el odio del mundo, en medio del cual tendremos que vivir los cristianos.

No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal

El mundo odia a los discípulos de Cristo porque, como él, están consagrados por el Espíritu de la verdad, y ésta no se aviene con la mentira del mundo, pues la deja al descubierto.

En este entorno se desenvuelve nuestra vocación cristiana, donde tenemos que ser testigos de la verdad por el amor. Y todo esto para que el mundo crea.

Con la fuerza de la fe seremos capaces de transformarlo todo, dentro de nosotros mismos y en nuestro entorno: Trabajo, estudio, vida familiar, problemas personales, compromiso social y político, soledad, enfermedad y muerte.

Tenemos que probar, gustar y ensayar con entusiasmo la nueva vida pascual, convirtiendo el corazón a los bienes de arriba, aunque sin desentendernos de la gente y del mundo.

Te damos gracias, Dios Padre, porque en Cristo

nos elegiste y nos consagraste en la verdad

para vivir contigo y con Él sin ser del mundo.

Señor Dios nuestro, si el mundo no te conoce,

nosotros creemos en ti y en tu enviado Jesucristo.

No permitas que la persecución y el odio del mundo

nos intimiden en nuestro compromiso cristiano.

Danos fuerzas para ser portavoces de la vida nueva

y acompañar a nuestros hermanos los hombres

en la difícil conquista del sentido de la vida,

y a todos los que sufren contrariedades por tu causa

dales, Señor, tu Espíritu de paz y de gozo en el dolor. Amén

18/05/2010, Martes de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 17-27)

En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: -«Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios.»

Salmo responsorial (Sal 67, 10-11. 20-21)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.

Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 1-1 la)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: -«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

17 mayo 2010, martes de la 7ª semana de Pascua – Puntos de oración

APARICIÓN DE CRISTO A NUESTRA SEÑORA

En este mes de mayo, preparándonos para recibir la fuerza y la luz del Espíritu Santo, dentro del tiempo pascual podemos meditar hoy la contemplación que propone San Ignacio al iniciar la 4ª semana del mes de Ejercicios

Para los discípulos, la esperanza se extinguió sin remedio con la muerte ignominiosa de Jesús –“nosotros esperábamos”, dirán los de Emaús (Lc 24,21).

No es extraño entonces que todos y cada uno de los discípulos necesitaran la conversión personal regalada por Jesús resucitado. Los relatos evangélicos de las apariciones así lo reflejan.

La “aparición a su Bendita Madre”, en cambio, “no hizo falta”, al sentir de los evangelistas, porque Ella no había perdido la fe en Dios Padre al ver morir a Jesús.

Esta aparición de Jesús a su Madre sólo podía estar destinada, en realidad, a confirmar la confianza que había mantenido en el Padre durante aquellos terribles momentos de la muerte y sepultura de su Hijo, la Virgen podría haber dicho: Ya sabía yo que el Padre no nos fallaría; Él es de fiar.

La Madre de Jesús no perdió la esperanza aquel Sábado Santo porque supo esperar. Y esperar no era dar por seguro que el Padre evitaría que clavaran en la cruz a Jesús, sino dejar en las manos de Dios que Él dispusiera -¡el Padre sabrá lo que hace!-.

Es la única forma de mantener la confianza en el Padre y así el silencio de Dios se hace Palabra elocuente para el alma que sabe de quien se ha fiado (2Tim 1,12).

Esta es la verdadera esperanza. Esperar no es aguardar que ocurra lo que yo deseo, sino aguardar a Dios que no sé por dónde vendrá pero que siempre se dejará reconocer a su paso.

Es la memoria honda de los beneficios recibidos a lo largo de nuestra vida y la confianza mantenida en Dios rico en misericordia. Es la confianza consolidada por una serie de experiencias inolvidables que el corazón conserva.

La esperanza es el fruto inmediato de la Resurrección pero no es el único aspecto del misterio pascual que San Ignacio nos propone contemplar.

Del “oficio de consolar que trajo Cristo nuestro Señor” brota otra realidad: la presencia real y constatable del Espíritu Santo en el grupo de sus seguidores, uniéndolos como los sarmientos a la vid.

Ciertamente, las apariciones de Jesús resucitado reconstruyeron de una manera inesperada a los discípulos.

Poco días después, el grupo de los discípulos estaba completo y reunido, “junto a María, la Madre de Jesús” (Hch. 1,13-14).

Contemplar el grupo de discípulos –en el cual no faltaba Nuestra Señora-, es la contemplación de la Iglesia. Descubrir en esta contemplación a toda la Iglesia orando junta bajo el manto de María Reina de los apóstoles y de los cristianos

17/05/2010, Lunes de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (19,1-8)

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó: - «¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?» Contestaron: - «Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo.» Pablo les volvió a preguntar: -«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?» Respondieron: -«El bautismo de Juan.» Pablo les dijo: -«El bautismo de Juan era signo de conversión, y él decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús.» Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres. Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses habló en público del reino de Dios, tratando de persuadirlos.

Salmo responsorial (Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios. R.

En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor, su nombre es el Señor. R.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,29-33)

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: -«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.» Les contestó Jesús: -¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.»

17, mayo 2010, unes de la 7ª semana de Pascua – Puntos de Oración

Estamos en el mes de mayo, en el que María nuestra madre está muy solícita con sus hijos, los militantes que llevan su nombre. Por eso en este mes seguro que está poniendo en nuestros corazones, ansias de entrega, de pureza, ejemplaridad alegre en el cumplimiento de nuestros deberes.

Va a ser fácil hacer la oración empezando por la “solita”, como dice san Ignacio:”Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean ordenadas en servicio y alabanza de Vuestra Divina Majestad” y añadamos la que nos recomendaba Fernando Martín para este año al comenzar: “Pedir gracia a Nuestro Señor para conocer los engaños del mal caudillo y de ellos me librar”.

Ayer celebrábamos la Ascensión del Señor. Seguro que nos ha dejado nostalgia de cielo, fiesta tan solemne que formaba parte de los tres jueves que relumbran más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión del Señor. Nos deja no sin la promesa del Espíritu Santo que ha sido la mejor manera de no dejarnos y permanecer con y entre nosotros. Tenemos que emprender en esta semana una carrera preparando el acontecimiento de Pentecostés: “Ven Espíritu Santo, ilumina nuestras inteligencias, enardece nuestros corazones, fortaleza nuestra voluntad. Queremos hacer en todo momento lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace. Suscita deseos de más entrega, generosidad, alegría, preocupación por nuestros hermanos.”

Así lo está haciendo toda la Iglesia en estos días: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos hasta los confines del mundo. Aleluya”.

En este tiempo, cualquier texto de la Liturgia, es para revolucionar y transformar nos: “Ser testigos”. “Oh, Señor, derrama sobre nosotros ese Espíritu, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras”.

Por eso Pablo en la primera lectura de este día al llegar a Éfeso les pregunta si han recibido al Espíritu Santo. Y al averiguar que ni siquiera le conocen, les instruye para que lo reciban. Y lo recibiremos en la medida de nuestra fe y ocurrirán cosas maravillosas como con ellos. Sus dones serán una realidad en nuestras vidas, no estaremos solos nunca, porque está con nosotros hasta el fin de los tiempos y con Él vencemos al mundo, como nos dice Jesús en el Evangelio de este día.

Para acabar os propongo una estrofa del Cántico, la que más le gustaba a Santa Teresita:

“Mi alma se ha empleado

Y todo mi caudal en su servicio;

Ya no guardo ganado

Ni ya tengo otro oficio

Que ya sólo el amar es mi ejercicio”.

Y comentando esta estrofa en la que habla del destino del hombre: el amor de Dios, dice que “es más precioso un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas esas otras obras juntas”.

Pongamos un poquito de ese puro amor en nuestra oración de este día. Se lo pidamos a Santa María la criatura puro amor de Dios saldremos diciendo: “Tuyos nuestros alientos de conquista, tuyos nuestros ímpetus de combate, tuyos nuestros ardientes deseos de pureza inmaculada, tuyos nuestros ardorosos anhelos de ferviente apostolado”.

16/05/2010, Ascensión del Señor

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1, 1-11)

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: -«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole: -«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: -«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: -«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Salmo responsorial (Sal 46, 2-3. 6-7 8-9)
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, 17-23)

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Conclusión del santo evangelio según san Lucas (24, 46-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

16 mayo 2010, Ascensión del Señor – Puntos de oración

Comenzamos nuestra oración con una petición, muy de la Cruzada-Milicia: 'Madre, arráncanos de la tierra, arrástranos al cielo'. La rezamos siempre en día de la Asunción, pero la podemos rezar también hoy.

Después podemos leer el evangelio, despacio, saboreando la escena y a continuación, también al mismo ritmo lento del corazón, leemos el poema que Fray Luis de León hizo para este día.

Poema en la Ascensión de Fray Luis de León

¿Y dejas, Pastor santo,

tu grey en este valle hondo, oscuro,

con soledad y llanto;

y tú, rompiendo el puro

aire, te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados

y los ahora tristes y afligidos,

a tus pechos criados,

de ti desposeídos,

¿a dó convertirán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos

que vieron de tu rostro la hermosura,

que no les sea enojos?

Quien oyó tu dulzura,

¿qué no tendrá por sordo y desventura?

Aqueste mar turbado

¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto

al viento fiero, airado?

Estando tú encubierto,

¿qué norte guiará la nave al puerto?

¡Ay!, nube envidiosa

aun de este breve gozo, ¿qué te aquejas?

¿Dó vuelas presurosa?

¡Cuán rica tú te alejas!

¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!

Reflexionamos:

El siguiente momento es de oración en meditación. ¿Qué sentimientos tenemos en el corazón? Sí, son sentimientos encontrados. Está el deseo de ir al cielo, con Jesús. La herida de la ausencia. La sensación de orfandad

Pero ¿en verdad el Señor nos ha dejado solos? No, no es verdad. El Señor nos ha prometido al Espíritu Santo, que es Dios mismo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y nos ha dejado su presencia resucitada en la eucaristía.

Es cierto que hay una nostalgia en el corazón que no se nos arrancará hasta que vayamos al cielo. Pero es también cierto que su presencia la tenemos asegurada.

Entramos en el corazón:

Y sentimos y actualizamos la presencia de Dios en nosotros. Y si estamos en una capilla actualizamos la presencia de Cristo Eucaristía. 'Señor, sé que estás aquí conmigo. Sé que vas a estar hasta el final de los tiempos'.

Contemplamos:

Tal como San Ignacio de Loyola nos dice nos metemos en la acción como si estuviésemos presentes. Vemos la nube irse y a todos los que allí estamos mirando hacia arriba. Entonces los ángeles nos interrogan, '¿qué hacéis ahí parados?'... Nos miramos unos a otros y nos disponemos a ir a Jerusalem, tal como nos dicen los ángeles.

Por el camino de vuelta pienso... 'Es verdad, estoy parado. Muchas veces mirando al cielo, añorando el pasado, mirando hacia atrás. Y Dios me invita a mirar adelante. ¿Qué me paraliza? ¿En que pienso? ¿Cuál es el paso que debo dar ahora? ¿Hacia dónde dirigir mis pasos?'

Y poco a poco va naciendo en mí una súplica que me acompañará toda la semana: ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven pronto a mi corazón! ¡Dame tu luz, tu fuerza, tu amor! ¡Ven, tal como Jesús nos ha prometido! ¡No nos dejes solos!

Y según bajo hacia Jerusalén me fijo en María que también va conmigo y me sonríe. Ella también está suplicando y rezando conmigo.

15/05/2010, San Isidro Labrador

Lectura de la carta del apóstol Santiago (5, 7-8. 11. 16-17)

Hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Consideramos dichosos a los que sufren con paciencia. Habéis oído ponderar la paciencia de Job y conocéis el fin que le otorgó el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso.

Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros para que os curéis. Mucho puede hacer la oración del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.

Salmo Responsorial (Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8)
R. Señor, tu derecha me salva.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (15, 1-7)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Corno el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, corno el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.»

San Isidro labrador – Puntos de oración

Hoy celebramos a San Isidro labrador. Su ejemplo y su intercesión nos van a ayudar a hacer nuestra oración en este día. En la oración de la misa le decimos al Señor que nos ha dejado en la humildad y sencillez de san Isidro labrador un ejemplo de vida escondida con Cristo en Dios. El P. Tomás morales nos habla de él así:

“Una vida oculta con Cristo en Dios que nos arrastra. Una vida humilde y sencilla que pone la santidad al alcance de todos. Esposo y padre, santifica la vida del hogar. Bautizado de a pie, ni sacerdote ni religioso, se ofrece casi noventa años por la santidad del trabajo y de la familia. Nos enseña a hacer del "trabajo de cada día plegaria de alabanza que humanice nuestro mundo" (oración de la misa)”.

“El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”. Estas palabras del evangelio las hallamos hechas vida en san Isidro, en su trabajo paciente del campo unido a Dios. Muchos siglos atrás, san Benito había hecho del ORA ET LABORA, “ora y trabaja”, el cimiento de una Europa cristiana. Nuevamente el P. Morales ve este ideal encarnado en la vida ordinaria de trabajo de este labrador enamorado de Dios: “Ora et labora. Estas dos palabras sintetizan su vida audaz. Oraba mientras hundía la vertedera del arado en los surcos. Rezaba su tarea, como aconsejaba Teresa de Calcula a sus hijas. Era contemplativo en la acción. Labrando la tierra se encendía en amor. Gotas ardientes de sudor surcaban su noble frente, y se confundían con lágrimas del corazón que adoraba a Dios.”

REZAR LA TAREA, un buen programa para nuestra vida de cada día. Para ello nos ha de ayudar imitar a San Isidro, que se levantaba muy de madrugada. Nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa.

“Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Consideramos dichosos a los que sufren con paciencia”. San Isidro también fue blanco de críticas y de envidias por su vida de piedad. Sus compañeros le acusaban de descuidar el trabajo. Otros labradores le contaron a su patrón de que Isidro no realizaba su tarea, porque dejaba de trabajar por rezar. Don Juan de Vargas va a ver esto y si es necesario regañarlo. Asombrado vio que los ángeles lo reemplazaban en el arado, y en otra ocasión vio dos pares de bueyes más, blancos como la nieve arando a cada lado de Isidro. San Isidro nos enseña a ocuparnos de las cosas de Dios, de modo que Dios no abandona a quien busca primero el Reino de Dios y su justicia.

Los campos que nuestro santo araba hoy son calles y plazas de la abigarrada capital de España. Diríamos que su siembra paciente ha germinado en una gran ciudad a la que protege como patrón, la ciudad en la que muchos santos y obras de Dios verían la luz, como nuestra Cruzada-Milicia, surgida bajo la mirada maternal de la Virgen. El ejemplo de San Isidro, tan cercano, nos impulsa a ser en medio de una masa descreída como la levadura escondida que la hace fermentar con el cumplimiento alegre del deber de cada día. Su mujer, también santa como él, santa María de la Cabeza, compartía su vida de piedad y de amor a los pobres. Los frutos de su trabajo los repartían en tres partes: para el templo, para los pobres y para ellos. El día del Señor Isidro comenzaba dedicándolo a Dios en la oración y la alabanza, después se dedicaba a visitar pobres y enfermos y por la tarde paseaba con su mujer y con su hijo, Illán. Una familia que era una pequeña Iglesia doméstica.

Pidamos al Virgen en este mes que sepamos hacer nuestro el testimonio de san Isidro y de la familia cristiana por él formada, cumpliendo lo que el Santo padre Benedicto XVI ha dicho este mismo miércoles en Fátima en la procesión de las antorchas:

“En nuestro tiempo, cuando en extensas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es hacer a Dios presente en este mundo y facilitar a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que ha hablado en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), en Cristo crucificado y resucitado. Queridos hermanos y hermanas, adorad en vuestros corazones a Cristo Señor (cf. 1 P 3, 15). No tengáis miedo de hablar de Dios y de mostrar sin complejos los signos de la fe, haciendo resplandecer a los ojos de vuestros contemporáneos la luz de Cristo que, como canta la Iglesia en la noche de la Vigilia Pascual, engendra a la humanidad como familia de Dios”.

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14/05/2010, San Matías, apóstol

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1, 15-17. 20-26)

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): -«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", y también: "Que su cargo lo ocupe otro. " Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: -«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Salmo responsorial (Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8)
R. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (15, 9-17)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

14/05/2010, San Matías, apóstol – Puntos de oración

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Este es el único mandamiento del Señor. A veces pensamos que nuestra fe está sobrecargada de normas. El Señor sale al paso y lo dijo muy claro en el evangelio: “éste es mi mandamiento”. No hay otro; en él están incluidos todos los preceptos y todo lo que tenemos que hacer para vivir.

Que nuestra oración de hoy sea saborear la Palabra de Dios. Leamos muy despacio el texto del evangelio, deteniéndonos en cada palabra. Sentir que las palabras del Señor están dirigidas a mí personalmente. Para meditarlo mejor vamos a dividir el fragmento del evangelio en cuatro palabras.

1.- Primera palabra de Cristo: el amor.

La primera referencia es el amor del Padre: “Como el Padre me ha amado…” Es la fuente de la que nace el amor de Cristo, y todo el amor cristiano.

Después viene la petición del Señor: Permaneced en mi amor. Y una forma concreta de vivir ese amor: guardar sus mandamientos. No bastan las palabras, como nos recuerda San Ignacio al iniciar la Contemplación para Alcanzar Amor: “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras” [230].

Pero para que esto sea más preciso determina que su mandamiento es el amor mutuo según su propio modo de amar.

2.- Segunda palabra: nos hace amigos.

Nos eleva a la categoría de amigos. Y la prueba de que nos ha dado su amistad es que nos ha confiado todo lo que le dijo el Padre.

Anuncia también de qué modo va a mostrar esa verdadera amistad: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Es un anuncio de la cruz, que es expresión del amor de Cristo hasta el extremo.

3.- Tercera palabra: la elección.

Todo es don, todo es gracia. Nos ha elegido por beneplácito de su voluntad, no por nuestras cualidades y nuestra predisposición.

Es Cristo quien nos ha elegido para ser sus discípulos, para ser sus amigos y para que demos fruto. Es Él, por su amor y por su gracia que va a hacer fructificar todas nuestras obras.

4.- Cuarta palabra: el amor.

Como cerrando un ciclo termina insistiendo en su mandato: “que os améis unos a otros”.

Si algo hay que retener de lo que Cristo nos ha dicho es precisamente este mandato insistente en el amor mutuo. Lo demás puede pasar pero el amor permanece. Sólo el amor permanece.

13/05/2010, Jueves de la 6ª semana de Pascua – Virgen de Fátima

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18, 1-8)

En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías. Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: -«Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles.» Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.

Salmo responsorial (Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4)
R. El Señor revela a las naciones su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,16-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.» Comentaron entonces algunos discípulos: -«¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?» Y se preguntaban: -«¿Qué significa ese "poco";? No entendemos lo que dice.» Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: - «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.»

13 mayo 2010, jueves de la 6ª semana de Pascua – Puntos de oración

Puestos en la presencia del Señor e invocando la ayuda de nuestros hermanos del Cielo iniciamos nuestra oración.

Que sea el Espíritu Santo y Sta. María nuestra luz y fortaleza para el combate de la oración

1ª Lectura: Hechos 18, 1-8

Vemos a Pablo sufriendo penalidades por causa del Evangelio. Haciéndose todo a todos para ganar sea como sea a algunos.

Pablo es punta de lanza, abre caminos nuevos para el Evangelio. Es espada de doble filo. Es quien va a los areópagos de su tiempo y no se cortar un pelo en su anuncio. Se juega el tipo muchas veces por el evangelio. Un hombre de rompe y rasga.

Todo lo anterior es perfil humano puesto al servicio de la gran causa de anunciar que Jesús es el Mesías.

Por tanto es un hombre elegido para esta misión. Anuncia lo que ama y se deja enamorar por esa luz que se abre camino en su corazón (detrás de cada fracaso, sufrimiento, persecución..., detrás de cada obediencia difícil. Como el Maestro, aprendió sufriendo a obedecer).

No lleva dinero ni alforja (cuentas bancarias repletas de milloncejos). Vive pobremente del trabajo de sus manos. Viviendo como curtidor de telas se une internamente a Jesús que vivió de un oficio manual.

De ahí surge también la fuerza de su predicación: vive como piensa y desea.

Junto a las amargas cruces de su vida apostólica también se llenaba de inmenso gozo al ver cómo "muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban".

Evangelio: Juan 16, 16-20

Llama la atención que en bastantes ocasiones Jesús utiliza un lenguaje cogido como con pinzas. ¿Será que desea ser preguntado, en la oración, para aclararnos su sentido?

«Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.»

Dentro de poco...; para Él nuestros 80-90-100 años de vida son eso: un poco.

Asimismo, la venida del Espíritu Santo vamos a celebrarla muy pronto. Podemos pensar que esta venida será como sentir y vivir la presencia del Señor, de nuevo, en nuestras vidas.

«...os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.»

Esto nos recuerda otra palabra de Jesús: "He venido a traer división en la misma casa..."

Quizás esté hablando Jesús de la persecución por causa del Evangelio: cómo en nosotros causa dolor, tristeza y en los perseguidores alegría.

Pero como S. Pablo, todo lo podemos en Aquel que nos conforta. Agarrémonos fuerte a la cruz con María.

Me viene a la memoria el pueblo católico de Irak. Durante décadas viene padeciendo la persecución, martirio y arrinconamiento en la vida social. Podemos unirnos a ellos en la oración y pedir a Jesús que experimenten esa alegría de sufrir por su causa.

13 de Mayo: Virgen de Fátima

Nos acordamos de María en este día tan especial para nosotros.

1.-María portadora de palabras de Cielo; la amabilidad de nuestro Dios se hace dulzura en María. Aunque la gravedad del mensaje hace que nos inste a la conversión y la realidad de la posible condenación.

2.- Los pastorcitos como receptores y vivientes del mensaje: pobres e ignorantes pero de una sencillez y sinceridad de vida que cautivó al Señor. Se sacrifican y oran por la conversión de todos

3.- El mensaje para nosotros. Los estados rusos dejaron el comunismo: J. Pablo II salvó milagrosamente la vida. Queda la permanente invitación a la conversión personal: alcanzar la gracia de desear tender con todas nuestras a la perfección en todas las facetas de nuestra vida (quizás vivida como un fracaso permanente). María ofrece la oración y sacrificio como medios que nos ayudarán a perseverar.

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12/05/2010, Miércoles de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (17,15.22-18,1)

En aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con Pablo cuanto antes. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: - «Atenienses, veo que sois casi nimios en lo que toca a religión. Porque, paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: "Al Dios desconocido." Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y lo que contiene, él es Señor de cielo y tierra y no habita en templos construidos por hombres, ni lo sirven manos humanas; como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo. De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara la tierra entera, determinando las épocas de su historia y las fronteras de sus territorios. Quería que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo dicen incluso algunos de vuestros poetas: "Somos estirpe suya." Por tanto, si somos estirpe de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Dios pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos.» Al oír «resurrección de muertos" unos lo tomaban a broma, otros dijeron: - «De esto te oiremos hablar en otra ocasión.» Pablo se marchó del grupo. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más. Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

Salmo responsorial (Sal 148,1-2.11-12.13.14)
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. R.

Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. R.

Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. R.

Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,12-15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.»

12 mayo 2010, miércoles de la 6ª semana de Pascua – Puntos de oración

Primera lectura: Lo que le sucedió a Pablo en el Areópago de Atenas ha sido objeto de muchos estudios. Se pone como un ejemplo típico de diálogo entre la fe y la razón, o entre el helenismo y el cristianismo. Algunos, incluso, se han atrevido a compararlo con la situación presente. El lugar en el que Pablo evangeliza (el “areópago” de Atenas) se ha convertido en un símbolo. Por eso hoy hablamos de “nuevos areópagos” para referirnos a los nuevos ámbitos de evangelización.

¿Qué es lo que descubrimos -entre otros aspectos- en este relato? Que ante el mensaje de Pablo se producen tres reacciones: tomarlo a broma, considerarlo una fantasía, aceptarlo con fe (“Algunos se le juntaron y creyeron”). Aunque desde el punto de vista pastoral, la estrategia de Pablo es impecable, y el discurso extraordinario, no hay un relación causal entre buena estrategia y fruto apostólico. La fe es algo más que el producto de un buen “marketing”, es un don de Dios y es una respuesta de la persona. Oremos pues, para que Dios abra el corazón de quienes escuchan su Palabra.

Evangelio:

Quedan muchas cosas por decir. Pero los discípulos no están preparados aún para comprender todo lo que Jesús debe decir. La solución viene dada por la venida del Espíritu Santo. Él dará plena comprensión de todo lo dicho y ocurrido durante el ministerio de Jesús, quien es en sí mismo la revelación del Padre, la Palabra de Dios.

El Catecismo de la Iglesia Católica presenta al Espíritu como nuestro pedagogo y maestro:

Cuando se proclama la Palabra de Dios, «el Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios... pone a los fieles y a los ministros en relación viva con Cristo, Palabra e Imagen del Padre, a fin de que puedan hacer pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan en la celebración» (nº 1101).

«Es el Espíritu quien da la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad» (nº 1102).

«En la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo recuerda a la asamblea todo lo que Cristo ha hecho por nosotros... y despierta así la memoria de la Iglesia» (nº 1103).

El Espíritu sigue animando, guiando, iluminando: es el Maestro interior de todos los cristianos y de modo particular el Maestro de los responsables de la Iglesia, sobre todo cuando se reúnen para discernir juntos los caminos del Señor, como sucedió en Jerusalén, y a lo largo de la historia en tantos concilios y sínodos universales o locales. En el «concilio de Jerusalén» ya vimos que la conciencia de los presentes era que el Espíritu les estaba llevando a esta plenitud y adaptación de la verdad: «hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros...».

En toda la Cincuentena, pero sobre todo en sus últimas semanas, haremos bien en pensar más en el Espíritu como presente en nuestra vida: el Espíritu que nos quiere llevar a la plenitud de la vida pascual y de la verdad de Jesús.

Oración final:

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

11/05/2010, martes de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (16,22-34)

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: "No te hagas nada, que estamos todos aquí." El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: "Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?" Le contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

Salmo Responsorial (Sal 137)
R. Señor, tu derecha me salva.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,5-11)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

11 mayo, martes de la 6ª semana de Pascua – Puntos de oración

“Os conviene que Yo me vaya”. Jesús condicionaba la venida del Espíritu Santo a esta separación de entre los discípulos. Una ausencia física temporal como premisa para la obtención de un bien espiritual permanente.

Pero hoy nuevamente Jesús nos hace la misma recomendación a cada uno de nosotros: “Os conviene que Yo me vaya”, que Yo me ausente en determinados momentos a fin de que obtengáis un bien mayor. Es el juego de las ausencias y de las presencias, de las desolaciones y consolaciones con que Dios va jalonando nuestras vidas.

¡Cuántas veces no hemos considerado en nuestras tandas de Ejercicios las orientaciones de S. Ignacio sobre tales consolaciones y desolaciones! Esas reglas de discreción de espíritus que tan presentes hemos de tener en nuestra vida ordinaria. Buen momento para releer la 9ª regla de la 1ª semana, en la que san Ignacio nos muestra tres causas principales por las que el alma se halla desolada. Pero no es preciso acudir a ellas. Para abrazarnos con esa noche oscura de la desolación, con esta ausencia momentánea del Señor nos bastaría con esta única razón: “por más amarle e imitarle”.

Cada vez que rezamos el Credo afirmamos “… descendió a los infiernos”. Bien podemos pensar que Jesús, en su Pasión y Muerte, sufrió la misma pena que la de los condenados en el infierno. No tanto la pena de sentido cuanto la de daño: sufrir la ausencia de Dios. ¿Acaso no lo expresó Jesús en la cruz con su grito: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Este aparente abandono de Dios, esta ausencia sensible de Él en algunas ocasiones de nuestra vida, es lo que denominamos desolación. “Os conviene que Yo me vaya”.

“Para gran luz el padecer tinieblas”, escribía san Juan de la Cruz a la carmelita Catalina de Jesús allá en un 6 de julio de 1581. Y nos lo repite hoy en la oración. La ausencia temporal de Jesús se traducirá en una mayor bien para nuestra alma. Y el mismo santo de “los todos y las nadas” nos vuelve a decir en su Llama de amor Viva: “Matando, muerte en vida has trocado”. Preciso es pasar por estos momentos de muerte del sentimiento sensible para hallar reforzada –o reformada-, la vida del espíritu.

Y apoyándonos en ese verso de san Juan de la Cruz digamos al Señor:

Matando muerte, en vida la has trocado.

Cegándome, mi alma se ilumina.

Tú levantas palacios de la ruina,

jardines en desierto desolado.

Para darme la luz me la has quitado.

Siempre pones la flor junto a la espina.

Alegre haces la muerte, que culmina

en un amanecer glorificado.

Señor conciliador de los contrarios,

tu manera de obrar nos desconcierta,

tus caminos no son nuestros senderos.

Si triunfaste muriendo en el Calvario

en mis fracasos abrirás la puerta

para acceder al éxito que espero.

10/05/2010, Lunes de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,11-15)

En aquellos días, zarpamos de Troas rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: -«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa». Y nos obligó a aceptar.

Salmo responsorial (Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b)
R. El Señor ama a su pueblo.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,26-16,4a)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

10 mayo 2010, lunes de la 6ª semana de Pascua – Puntos de oración

En este mes de Mayo podemos hacer una oración con María. Será una oración con cinco puntos, con cinco sílabas: tomando la M de María seguida de las cinco vocales, la contemplaremos en cinco momentos de su vida, siguiendo cinco versículos de los evangelios. Nos apoyaremos en comentarios del P. Morales y Abelardo, para “reflectir y sacar algún provecho”.

1.- Madre. En Belén y en el Calvario. En Belén, María “dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre” (Lc 2, 7). Y en el Calvario el testamento que Jesús nos entrega es su Madre: “Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19, 27). María es ante todo Madre. La Madre. Madre de Jesús y Madre nuestra. Como escribe Abelardo, “la Madre de Dios es mi Madre y me ama con el mismo amor con que amó a su Jesús. Ella no ve en mí cosa distinta de Jesús”. Y concluye: “no se trata sólo de saber que la Virgen es Madre nuestra, sino de recibirla como tal Madre, entregarse confiadamente a su acción maternal en nosotros. Quererla con locura y dejarse querer. Que Ella misma nos conceda tan inmensa gracia”.

2.- Mediadora. En las bodas de Caná (Jn 2, 3). María lleva a Jesús las necesidades de los hombres: “No tienen vino”, y a los hombres les dirige hacia Jesús: “Haced lo que él os diga”. Que también nosotros seamos mediadores entre nuestros compañeros y Jesús. Que alcancemos de Jesús la transformación del agua de nuestras tareas cotidianas, en el vino alegre de quien da a todas ellas horizonte de eternidad. Como concluye Abelardo: “es para volverse loco. Porque tenemos una intercesora poderosísima. Una Madre que junto a las llagas gloriosas de Jesús, presenta al Padre su inmolación más plena”.

3.- Misionera del Amor. En la Visitación: “Se levantó María y se fue con prontitud a la montaña” (Lc 1, 39). El P. Morales da este título a María en la Visitación: “la Virgen, misionera del amor, se pone en marcha. Y nos arrastra con su ejemplo. Como ella queremos también ser misioneros del amor, repartidores de la alegría de la Encarnación entre nuestros hermanos”. Madre, que no seamos nosotros los que actuemos, sino Tú en nosotros, hasta convertirnos en tus manos visibles para repartir tus dones en las almas y acercarlas a Dios.

4.- Modelo. En el Magníficat y en toda su vida. Sólo Ella ha podido decir: “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1, 48). Y es que la vida de María es la encarnación del Magníficat. De Ella aprendemos su humildad, su obediencia, su docilidad al Padre, su confianza, su alegría, su abandono, su vivir pendiente de los demás… Como escribe Abelardo: “El Corazón de la Virgen Santa María es el molde en que me vaciaré para formarme en Cristo. Y su mano de Madre será la del artista que modelará en mí los rasgos de Jesús”.

5.- Mujer. En la Visitación (Lc 1, 42), en Caná (Jn 2, 4), en el Calvario (Jn 19, 26), y siempre. María es la mujer nueva, la nueva Eva, la mujer por excelencia. Ella es la “bendita entre todas las mujeres”. ¡Cuántas virtudes adornan a la mujer! Pero más aún a la Mujer por excelencia. Una de ellas, su capacidad para consolar. También su capacidad para consolar a Dios. Como dice el P. Morales: “la mujer lleva ventaja en esto de consolar. Gracias a Dios las ha hecho a ellas así, con un instinto maternal tan grande... Pero también sé que para consolarle no tengo que hacer más que una cosa: obedecer. Tomar a María como madre. Entonces puedo consolarle mucho más que todas las mujeres juntas”.

Oración final: María: mujer y madre, mediadora, misionera del Amor y modelo nuestro: enséñanos, arrástranos con tu ejemplo, muéstranos a Jesús, sé nuestra Madre.

09/05/2010, Domingo de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15, 1-2. 22-29)

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Lectura del libro del Apocalipsis (21, 10-14. 21-23)

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 23-29)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en é1. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

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