Puestos en la presencia de Dios le pedimos que todo nuestro ser se oriente hacia Él; que Él purifique todas nuestras intenciones.
La luz de la fe nos ilumina para que nuestro corazón se oriente a Dios librándonos de todo mal y tentación mediante el conocimiento de Jesucristo.
Los apóstoles nos han trasmitido sus recuerdos de Jesucristo; las palabras de vida eterna que ellos recibieron y a su vez nos han trasmitido de forma autorizada según el mandato de Jesús. En la primera lectura tenemos ese núcleo del Evangelio que rezamos: “Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; se apareció”. Así poco a poco se fue formulando y desarrollando la fe que la Iglesia a una profesa y de la que nuestra oración es un eco.
Felipe le pide a Jesús que le muestre al Padre; hoy también nosotros se lo podemos pedir para que nos muestre cómo Él es el camino, la verdad y la vida. ¡Jesús, se para mí camino, verdad y vida! Lo más cierto en las horas inciertas. Que conozca por ti al Padre y me deje guiar por ti a Él. La oración en el nombre de Jesús logra todo lo que pidamos como nos enseña san Agustín.
Estamos en el mes de mayo, mes de María. Ella como los apóstoles nos muestra a Jesús. Que ningún día de este mes falte María en tu oración personal.