Al acercarte a la capilla o al sitio de oración, pensar: ¿qué hago aquí? ¿Qué pasa si me distraigo? ¿Qué quiero pedir ahora a Jesús? ¿Cuál es mi propósito de mejora para el día de hoy (examen particular)?
Ofrecimiento de obras.
Mirar a María
Ahora empiezas lo de arrodillarte y demás cosas. Para muchos también empieza ahora la distracción que acabará cuando se acabe la oración, pero ya se sabe: si mi intención persevera, no importa. Lo que importa es que me pongo a sus pies para que me mire y que el Espíritu Santo ora en mí. Me distraigo y cuando me doy cuenta, me río de mí, pido perdón y vuelvo al tema y seguramente que a continuación vuelvo a distraerme, pero en la base de todo eso está Dios que me va transformando por dentro. A lo largo de los años, la transformación llega a reflejarse en el rostro. Yo estoy ahora en Perú y todo el mundo, al toque, me dice padrecito y cuando estaba en España un poco menos, pero también y eso que nunca me he sentido con la más mínima vocación al sacerdocio.
Quedamos en que empiezas, te arrodillas y recuerdas el pasaje evangélico. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. Y puedes pensar: ¿qué paz me da, cómo me la da el mundo?
Seguramente, cuanto más cerca se esté de Él, tanta más paz. Y ahora puedes pensar en lo que sabes de la paz en S. Pedro, en P. Morales, en los santos…
Ahora piensas en el concepto de paz que tiene el mundo, que es justo el que tiene mi hombre carnal. Pero esa paz poca o es mala, es mejor la de Jesús. La de Jesús es un regalo.
Piensa ahora en la que vivió María, en cuyo mes estamos. Luego en la que vivió Jesús. ¿Dijo alguna vez algo parecido? A mí me recuerda eso de “el que deje padre, madre…tendrá el ciento por uno en padre, madre hermanos…” Mc 10 Añade dos datos más, con persecuciones y la vida eterna.
En el evangelio de hoy, también añade. “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”
El mío es un pobre ejemplo, pero la verdad es que es cierto todo esto y no me ha costado gran trabajo. Quizás por eso no me haya dado el 100 por uno sino una proporción menor. No lo sé, pero como me quiere, estoy encantado y si volviera a vivir me gustaría pegarme más a Ti, mi Amado, a todas tus intenciones y deseos. A Tú persona y a Tu madre.
El resto del Evangelio habla del cielo a donde pienso ir dentro de poco a rematar la faena o mejor a donde me va a llevar para darme un abrazo muy fuerte y muy apretado. ¡Morir asfixiado! ¡Morir de amor! ¿Será sólo atributo de las mujeres? Yo soy varoncito y quizás Jesús me eleve a esa situación.
La epístola tiene un ejemplo de la paz que da Dios. Seguro que si a Pablo le pereciese mejor quedarse Listra, que es donde le apedrearon, se quedaría a un arriesgo de otra lluvia de piedras. Y está en paz y es feliz. Yo no he estado en paz cuando he hecho algo malo. Me acuerdo de una compañera que al preguntarla sobre el momento más feliz de su vida dijo: los dos partos que he tenido, los dos hijos a los que abracé por primera vez. Y los partos son dolorosos.
Acaba pidiéndola a la Virgen lo que quieras, o mejor lo que Ella sabe que te viene bien.
Venid y vamos todos con flores a María