“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Este es el único mandamiento del Señor. A veces pensamos que nuestra fe está sobrecargada de normas. El Señor sale al paso y lo dijo muy claro en el evangelio: “éste es mi mandamiento”. No hay otro; en él están incluidos todos los preceptos y todo lo que tenemos que hacer para vivir.
Que nuestra oración de hoy sea saborear la Palabra de Dios. Leamos muy despacio el texto del evangelio, deteniéndonos en cada palabra. Sentir que las palabras del Señor están dirigidas a mí personalmente. Para meditarlo mejor vamos a dividir el fragmento del evangelio en cuatro palabras.
1.- Primera palabra de Cristo: el amor.
La primera referencia es el amor del Padre: “Como el Padre me ha amado…” Es la fuente de la que nace el amor de Cristo, y todo el amor cristiano.
Después viene la petición del Señor: Permaneced en mi amor. Y una forma concreta de vivir ese amor: guardar sus mandamientos. No bastan las palabras, como nos recuerda San Ignacio al iniciar la Contemplación para Alcanzar Amor: “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras” [230].
Pero para que esto sea más preciso determina que su mandamiento es el amor mutuo según su propio modo de amar.
2.- Segunda palabra: nos hace amigos.
Nos eleva a la categoría de amigos. Y la prueba de que nos ha dado su amistad es que nos ha confiado todo lo que le dijo el Padre.
Anuncia también de qué modo va a mostrar esa verdadera amistad: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Es un anuncio de la cruz, que es expresión del amor de Cristo hasta el extremo.
3.- Tercera palabra: la elección.
Todo es don, todo es gracia. Nos ha elegido por beneplácito de su voluntad, no por nuestras cualidades y nuestra predisposición.
Es Cristo quien nos ha elegido para ser sus discípulos, para ser sus amigos y para que demos fruto. Es Él, por su amor y por su gracia que va a hacer fructificar todas nuestras obras.
4.- Cuarta palabra: el amor.
Como cerrando un ciclo termina insistiendo en su mandato: “que os améis unos a otros”.
Si algo hay que retener de lo que Cristo nos ha dicho es precisamente este mandato insistente en el amor mutuo. Lo demás puede pasar pero el amor permanece. Sólo el amor permanece.