Creo que el Evangelio es de vital importancia para sostener la Fe de los creyentes.., pero el Evangelio de este día de Pentecostés, no solo sostiene la fe, sino que la fortalece hasta nivel de sacramento…
- “Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana…”
o La primera aparición del Resucitado en S. Juan tiene lugar en la “tarde” del mismo día de la resurrección, cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí Jn: “el primer día de la semana.”
- “Estaban los discípulos en una casa…”
- Los once apóstoles están juntos;
- Acaso hubiese con ellos otras personas y que no se citan.
- No se dice el lugar; verosímilmente podría ser en el cenáculo (Act 1:4.13).
- Los once apóstoles están juntos;
- “…con las puertas cerradas por miedo a los judíos.”
- Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían medrosos.
- Por eso les hacía ocultarse y cerrar las puertas, para evitar una intromisión inesperada de sus enemigos.
- Pero la consignación de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado “glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos.
- Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían medrosos.
- “Y en esto entró Jesús, se puso en medio…”
- Inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos.
- S. Lc, que narra esta escena, dice que quedaron “aterrados,” pues creían ver un “espíritu” o un fantasma.
- Cristo les saludó deseándoles la “paz.” Con ello les confirió lo que ésta llevaba anejo (cf. Lc 24:36-43).
- «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
- S. Juan omite lo que dice S. Lucas: que no se turben ni duden de su presencia.
- Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes taladradas por los clavos, y “el costado,” abierto por la lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, Tomás podría poner sus dedos.
- En Lc se cita que les muestra “sus manos y pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás.
- Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en su cuerpo.
- Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad.
- “Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
- De este pasaje dio la Iglesia dos definiciones dogmáticas.
- La primera fue dada en el canon 12 del quinto concilio ecuménico, que es el Constantinopolita no II, de 552, y dice así, definiendo: “Si alguno defiende al impío Teodoro de Mopsuestia, que dijo... que, después de la resurrección, cuando el Señor insufló a los discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20:22), no les dio el Espíritu Santo, sino que tan sólo se lo dio figurativamente, sea anatema.”
- La segunda definición dogmática la dio el concilio de Trento, cuando, interpretando dogmáticamente este pasaje de Jn, dice en el canon 3, “De sacramento paenitentiae”:“Si alguno dijese que aquellas palabras del Señor Salvador: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis, les serán retenidos (Jn 20:22ss), no han de entenderse de la potestad de perdonar y retener los pecados en el sacramento de la penitencia, como la Iglesia católica, ya desde el principio, siempre lo entendió así, sino que lo retorciese, contra la institución de este sacramento, a la autoridad de predicar el Evangelio, sea anatema.”