Concluimos el Año de San Pablo. Nuestra oración en este día se inspira en los Santos apóstoles, Pedro y Pablo. Queremos aprender a orar como ellos, pedir su intercesión. Comencemos dando gracias por estas columnas de la Iglesia con las palabras del Prefacio de la Misa de este día:
“En verdad es justo y necesario darte gracias Padre santo por Cristo, Señor nuestro. Porque en los apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro que la interpretó; aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, éste la extendió a todas las gentes. De esta forma, Señor, por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio, celebra hoy tu pueblo con una misma veneración”.
Aprendiendo del Apóstol San Pedro, repitamos su confesión de fe en Cristo como Mesías e Hijo de Dios. Fue el primer hombre sobre la tierra que proclamó el misterio de Jesucristo: “TÚ ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO”. El Credo que rezamos en la Misa es la prolongación y la explicación de esta primera confesión de fe de la historia. Por ello, puedo rezar el Credo, consciente de que estoy en comunión con toda la Iglesia, con todos los que hacen de la fe el fundamento de su vida.
Aprendiendo del Apóstol San Pablo, digamos también en primera persona lo que él escribió a los Gálatas: "VIVO EN LA FE DEL HIJO DE DIOS, QUE ME AMÓ Y SE ENTREGÓ A SÍ MISMO POR MÍ" (Ga 2, 20). Ésta es la profesión de fe de Pablo en la que abre su corazón ante los lectores de todos los tiempos y revela cuál es la motivación más íntima de su vida. Comenta el Papa Benedicto XVI: “Todo lo que hace san Pablo parte de este centro. Su fe es la experiencia de ser amado por Jesucristo de un modo totalmente personal; es la conciencia de que Cristo no afrontó la muerte por algo anónimo, sino por amor a él -a san Pablo-, y que, como Resucitado, lo sigue amando, es decir, que Cristo se entregó por él. Su fe consiste en ser conquistado por el amor de Jesucristo, un amor que lo conmueve en lo más íntimo y lo transforma”. Así pues, la fe es abrirse al amor de Jesús y corresponder a ese amor con la trasformación de la vida.
Este día de San Pedro y de San Pablo es muy apropiado para orar por el Santo Padre Benedicto XVI y pos sus intenciones predilectas: la nueva evangelización de la humanidad, la unidad de los cristianos y, en el reciente Año Sacerdotal, la santificación de los sacerdotes. El Papa ha concedido indulgencias con este motivo. Entre ellas, “se concede indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias… para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida” (Penitenciaría Apostólica de Roma).