“Hoy vendrá el Señor y nos salvará y mañana veremos su gloria...”
La oración de hoy es la preparación inmediata para la venida de Jesús, ¡hoy, esta noche, vendrá el Señor...! Como exclama la antífona de entrada de la misa de hoy: “Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra…” (cf. Gál 4, 4).
¡Qué recuerdos los de días de Nochebuena pasados, los de nuestra infancia, o los de aquellos después de nuestra conversión, y tantos otros...! Los vivíamos con un cierto nerviosismo, con una tensa espera hasta que llegaba la noche... Así como cuando esperamos una visita importante y muy querida andamos como nerviosos, pendientes del timbre o del teléfono, sabiendo que cada vez queda menos para que llegue, así tenemos que estar a lo largo del día preparándonos interiormente para la venida de Jesús.
Podemos contemplar hoy en nuestra oración la llegada de José y María a Belén. Será parte de la escueta narración del evangelio que leeremos en la misa del Gallo.
“José subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo en volvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”.
El texto es tan rico y tan impactante que sólo nos queda contemplar... Podemos recordar la contemplación del Nacimiento del libro de los Ejercicios Espirituales [EE110 y ss], centrándonos en los últimos pasos del camino hacia Belén, en la llegada, y en los preparativos de la gruta.
Para ello, como composición de lugar, podemos ver el camino, el pueblo de Belén y el lugar del nacimiento.
1. Ver a las personas: a Nuestra Señora y a José, haciéndome un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase.
2. Mirar, advertir y contemplar lo que hablan.
3. Mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí.
4. Nos puede ayudar hoy meditar un detalle de este evangelio: “No tenían sitio en la posada”. ¡Cuánto ajetreo hay en Belén, justo el día más importante de la historia de la aldea, por el cual será recordada en los tiempos posteriores; y también el día más importante de la Historia universal, el que dividirá en dos la historia humana! Los personajes más importantes de todos los tiempos van a llegar a Belén... ¡y nadie sale a recibirlos! Nadie les acoge en su casa ¡No hay sitio para ellos! Lo mismo puede pasarnos a nosotros hoy: con tantas luces, tantos preparativos, tantas cosas en la agenda... cuando san José llame a nuestra puerta pidiendo posada... le podemos despachar como se quita uno de encima a un comercial de una compañía de teléfonos, con un frío “vuelva usted mañana”, o con un “gracias, no necesito nada”.
Saber rasgar las apariencias de los acontecimientos. Esa familia humilde que llama a mi puerta... ¡es la Sagrada Familia! ¿Cómo está llamando san José hoy a la puerta de mi alma?
5. También nos puede ayudar en la oración y a lo largo del día cantar hacia dentro una canción de Adviento: “Del Verbo divino/ la Virgen preñada/ viene de camino/ si le dais posada…/ Si le dais posada/ viene de camino/ la Virgen preñada/ del Verbo divino…” O aquel otro: “... la Virgen sabe que el niño, está muy cerca. De Nazaret a Belén hay una senda, por ella van los que creen en las promesas. Los que soñáis y esperáis la Buena Nueva, abrid las puertas al Niño, que está muy cerca”.
Conclusión
Repitamos hoy muchas veces: “Apresúrate Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor”; “Hoy vendrá el Señor y nos salvará”... Madre: igual que Juan, al pie de la Cruz, te recibió en su casa (cf. Jn 19, 27), que yo abra de par en par el portal de mi corazón para recibirte, “preñada del Verbo divino”.