En nuestra súplica de estos días: «ven Señor Jesús», miramos este día al inmenso horizonte misionero. San Francisco Javier nos invita a ello. Ponemos ante nuestros ojos la inmensidad de personas que no conocen a Jesucristo vida de su alma. Ponemos ante nosotros la perspectiva de la nueva evangelización de aquellos que conociendo a Jesucristo viven como si no lo conocieran. Rogamos al Dueño de la mies que mande operarios a su mies. Ven Señor Jesús y muéstrame mi aportación al inmenso campo de la misión «ad gentes» (hacia los que desconocen a Cristo), mi colaboración en la nueva evangelización (campaña de la Inmaculada).
Jesús ten compasión. Pedimos al Señor esa fe que pidió a los ciegos del evangelio. San Francisco Javier estaba lleno de fe y por eso pudo hacer la que el Señor le inspiro hacer. Lleno de confianza se lanzaba a nuevas empresas misioneras para dar a conocer el nombre de Jesús al mayor número. La «mayor gloria de Dios» se convirtió en él en el «más, más y más», de sabor olímpico, en el servicio misionero de Jesucristo: India, Molucas, Japón, China.
Con san Francisco Javier acudimos a María protagonista del adviento: «Mater Dei, memento mei» (Madre de Dios, acuérdate de mí). Ella es estrella de la evangelización, de la primera y la de todos los tiempos. Lo fue para san Francisco Javier y lo será para cada uno de nosotros. El miércoles Benedicto XVI nos pedía rezar por la Iglesia china, lo hacemos llenos de fe desde el corazón del patrono de las misiones.
“Pedimos a la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos, que sostenga a todos los obispos chinos, tan queridos por mí, para que den testimonio de su fe con valor, poniendo toda esperanza en el Salvador que esperamos”.
“Confiemos también a la Virgen a todos los católicos de ese amado país, para que, con su intercesión, puedan realizar una auténtica existencia cristiana en comunión con la Iglesia universal, contribuyendo así también a la armonía y al bien común de su noble Pueblo”.
(Benedicto XVI)