23 enero 2017. Lunes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – San Ildefonso – Puntos de oración

SOMOS LO QUE CONTEMPLANOS. Dice S. Ignacio con mucha frecuencia en sus Ejercicios “conocimiento interno del Señor para que conociéndole más le ame y amándole le siga”. Aquí vemos la importancia de pasar primero por el corazón aquello que deseamos imitar.
En estos días del tiempo ordinario, la liturgia nos va a presentar la persona de Jesús. Hemos comenzado en días pasados con el bautismo en el Jordán. Y le vamos a seguir hasta el calvario y su resurrección. Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos a contemplarlo todavía en Nazareth.
Caer en la cuenta que es la segunda persona de la Trinidad. Hablamos de la divinidad. Y que se encarna, se abaja, se hace uno de tantos. “Exinanivit” fue la gracia que recibe el P. Morales en aquellos ejercicios de conversión. Sigue todo nuestro proceso natural, excepto en ser engendrado (aquí otra maravilla de la gracia, imposible de comprender a nuestra pequeña mente; María, madre y virgen a un tiempo).
Y va a la escuela rabínica, y juega y ayuda en casa, se cae y se levanta, tiene ilusiones de joven, ora según le han enseñado y también según observa en sus padres. ¿Cómo no va conocer lo que te pasa? Habla con Él, dile cómo estas, qué sientes, qué padeces, qué anhelas, qué miedos tienes… Mírale (y háblale según eres y estás tú). Cuando tienes un amigo de verdad ¿a que no piensas en el primer  y, segundo punto a tratar? Directamente le saludas, le cuentas y escuchas. Jesús conoce esta manera nuestra de ser porque en todo fue como nosotros. Nada de lo que vivas le es ajeno.
Podemos agrupar nuestra vida en varios temas; el trabajo, las tareas del hogar, actividades de tiempo libre, relación con amigos, la familia y cultivo de la vida espiritual. Jesús en su tiempo vive adaptadas estas mismas realidades. En este rato de oración busca algo (mejor pide al E. Santo que te ilumine) en lo que detenerte junto a Él. Dedicar tiempo a orar va confirmando una realidad: JESÚS VIVE. Y no en abstracto (ahí fuera, alejado). Dice el evangelio “aquel día sabréis que yo vivo en vosotros y vosotros en mí”. Jn. 14,20. Y también “«Al que me ama... yo también lo amaré y me revelaré a él» Jn. 14,15-21. ¿Qué otra cosa es la oración “que tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”? (Sta. Teresa).
Intima en este rato con Jesús. Nada le es ajeno (tanto porque es Dios y porque pasó por todo como nosotros). ¡Qué suerte tener un Dios tan humano, tan cercano! Este es un ideal para tu vida; ir abriéndote a esta presencia (que está en ti, que está en los necesitados)."Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo" (S. José María). Buscar, encontrar, amar. Tres tiempos donde una vez que descubres lo que te ha amado, ya nada te puede llenar-engañar. Este es el amor de oro, no de hojalata. Abre tu corazón de par en par a su acción: verá las maravillas que hace en ti “ya no soy yo es Cristo que vive en mí”.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”. Lc 2, 22-40. Aquí hay una clave para nosotros: CRECER-MADURAR-DEJAR ETAPAS ATRÁS. Todo esto se consolida en Nazaret. Tiempo de Milicia, tiempo de crecer junto a Jesús, preparándose a entregar vida en abundancia; en la vida matrimonial, en una consagración especial, en una vida profesional competente y alegre.
¿Es suficiente el amor a Jesús que tengo en mi vida? ¿Hay algo que lo debilita, lo omite, lo olvida, nos estorba Jesús en algún planteamiento que tengamos? Jesús-el Señor se nos manifiesta en su Iglesia (la Palabra oída, la Palabra encarnada en los que nos guían, el alimento de los fuertes…), se nos manifiesta en nuestra conciencia ¿qué formación cuidamos o qué nos va royendo el amor a Él?; también se manifiesta en los que necesitan de nosotros (los hijos, padres, vecinos, compañeros); “si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Salmo 94). Se manifiesta en la debilidad de nuestra carne (limitaciones, pobrezas sicológicas, enfermedades…).

Sí. Somos llamados a experimentar el ideal que S. Pablo nos comunica; “vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a la muerte por mí”. “Ya no vivo yo es Cristo que vive en mí”. Hoy se nos invita a renovar este amor. Llamados a experimentar su amor, a renovarlo y comprometernos con El. ¿Acaso otro amor nos puede llenar? La profesión es algo noble, grande. Cierto. Todo lo que ha ocupado gran parte del interés, esfuerzo y entrega de nuestras vidas es pasajero. ¿Qué queda, entonces, para dar sentido aunque me vea vacío de salud, quizás de trabajo, familia? Aquí está Jesús en Nazaret poniendo un poquito de luz a nuestra vida. ¿Qué métodos empleó el Padre del Cielo para revelarnos la grandeza de lo cotidiano? Si nos lleva el Espíritu por aquí dejémonos conducir a alguna escena que pueda ayudarnos a enamorarnos más y más del verbo hecho carne: Jesús el Señor.

Archivo del blog