SOMOS LO QUE CONTEMPLANOS. Dice S. Ignacio con mucha frecuencia en sus Ejercicios “conocimiento
interno del Señor para que conociéndole más le ame y amándole le siga”. Aquí vemos la importancia de
pasar primero por el corazón aquello que deseamos imitar.
En estos días del tiempo ordinario,
la liturgia nos va a presentar la persona de Jesús. Hemos comenzado en días
pasados con el bautismo en el Jordán. Y le vamos a seguir hasta el calvario y
su resurrección. Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos a contemplarlo
todavía en Nazareth.
Caer en la cuenta que es la segunda
persona de la Trinidad. Hablamos de la divinidad. Y que se encarna, se abaja,
se hace uno de tantos. “Exinanivit” fue la gracia que recibe el P. Morales en
aquellos ejercicios de conversión. Sigue todo nuestro proceso natural, excepto
en ser engendrado (aquí otra maravilla de la gracia, imposible de comprender a
nuestra pequeña mente; María, madre y virgen a un tiempo).
Y va a la escuela rabínica, y juega y
ayuda en casa, se cae y se levanta, tiene ilusiones de joven, ora según le han
enseñado y también según observa en sus padres. ¿Cómo no va conocer lo que te
pasa? Habla con Él, dile cómo estas, qué sientes,
qué padeces, qué anhelas, qué miedos tienes… Mírale (y háblale según eres y
estás tú). Cuando tienes un amigo de verdad ¿a que no piensas en el primer y, segundo punto a tratar?
Directamente le saludas, le cuentas y escuchas. Jesús conoce esta manera
nuestra de ser porque en todo fue como nosotros. Nada de lo que vivas le es
ajeno.
Podemos agrupar nuestra vida en
varios temas; el trabajo, las tareas del hogar, actividades de tiempo libre,
relación con amigos, la familia y cultivo de la vida espiritual. Jesús en su
tiempo vive adaptadas estas mismas realidades. En este rato de oración busca
algo (mejor pide al E. Santo que te ilumine) en lo que detenerte junto a Él.
Dedicar tiempo a orar va confirmando una realidad: JESÚS VIVE. Y no en
abstracto (ahí fuera, alejado). Dice el evangelio “aquel día sabréis que yo
vivo en vosotros y vosotros en mí”. Jn. 14,20. Y también “«Al que me
ama... yo también lo amaré y me revelaré a él» Jn. 14,15-21. ¿Qué otra cosa es la
oración “que tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”? (Sta.
Teresa).
Intima en este rato con Jesús. Nada
le es ajeno (tanto porque es Dios y porque pasó por todo como nosotros). ¡Qué
suerte tener un Dios tan humano, tan cercano! Este es un ideal para tu vida; ir
abriéndote a esta presencia (que está en ti, que está en los necesitados)."Que
busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo" (S. José
María). Buscar, encontrar, amar. Tres tiempos donde una vez que descubres lo
que te ha amado, ya nada te puede llenar-engañar. Este es el amor de oro, no de
hojalata. Abre tu corazón de par en par a su acción: verá las maravillas que
hace en ti “ya no soy yo es Cristo que vive en mí”.
“El
niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría,
y la gracia de Dios estaba con él”. Lc 2, 22-40. Aquí hay una clave para
nosotros: CRECER-MADURAR-DEJAR ETAPAS ATRÁS. Todo esto se consolida en Nazaret.
Tiempo de Milicia, tiempo de crecer junto a Jesús, preparándose a entregar vida
en abundancia; en la vida matrimonial, en una consagración especial, en una
vida profesional competente y alegre.
¿Es suficiente el
amor a Jesús que tengo en mi vida? ¿Hay algo que lo debilita, lo omite, lo
olvida, nos estorba Jesús en algún planteamiento que tengamos? Jesús-el Señor
se nos manifiesta en su Iglesia (la Palabra oída, la Palabra encarnada en los
que nos guían, el alimento de los fuertes…), se nos manifiesta en nuestra
conciencia ¿qué formación cuidamos o qué nos va royendo el amor a Él?; también
se manifiesta en los que necesitan de nosotros (los hijos, padres, vecinos,
compañeros); “si hoy escucháis
su voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Salmo 94). Se manifiesta en la debilidad de
nuestra carne (limitaciones, pobrezas sicológicas, enfermedades…).
Sí. Somos llamados a
experimentar el ideal que S. Pablo nos comunica; “vivo de la fe en el Hijo
de Dios que me amó y se entregó a la muerte por mí”. “Ya no vivo yo es Cristo
que vive en mí”. Hoy se nos
invita a renovar este amor. Llamados a experimentar su amor, a renovarlo y
comprometernos con El. ¿Acaso otro amor nos puede llenar? La profesión es algo
noble, grande. Cierto. Todo lo que ha ocupado gran parte del interés, esfuerzo
y entrega de nuestras vidas es pasajero. ¿Qué queda, entonces, para dar sentido
aunque me vea vacío de salud, quizás de trabajo, familia? Aquí está Jesús en
Nazaret poniendo un poquito de luz a nuestra vida. ¿Qué métodos empleó el Padre
del Cielo para revelarnos la grandeza de lo cotidiano? Si nos lleva el Espíritu
por aquí dejémonos conducir a alguna escena que pueda ayudarnos a enamorarnos
más y más del verbo hecho carne: Jesús el Señor.