27 enero 2017. Viernes de la tercera semana de T. O. – Santa Ángela de Mérici – Puntos de oración

Jesús en el evangelio de este día, utiliza dos parábolas del mundo agrario, para darnos a conocer cómo opera la Gracia en la extensión del Reino de Dios.
            Las fases son claras:
-   Primer momento: Es la siembra a través de la palabra, el testimonio, o la vida...
-   Segundo momento: Es la espera fecunda y paciente. Tiempo aparentemente estéril al exterior, pero fecundo a lo interior.
-   Tercero momento: Aparecen los primeros brotes, luego los tallos y más tarde la espiga...
-   Cuarto momento: Viene la siega.
            Todo esto se produce dentro de los factores tiempo y espacio...
            Si queremos cosechar, primero tenemos que sembrar... Si hemos sembrado, tenemos que saber esperar..., y tarde o temprano cosecharemos.
            Hoy puede ser un momento apropiado, para hacernos algunas preguntas en nuestra oración personal. Por ejemplo:
-   ¿Sembramos o no sembramos?
-   Si sembramos, ¿cómo lo hacemos..., a manos llenas o de forma limitada y tacaña..?
-   ¿Cómo preparamos los campos..., y que esfuerzo dedicamos la siembra..?
-   ¿Qué hacemos en esos tiempos, aparentemente muertos, que se suceden después de toda siembra...? ¿Realmente sabemos esperar amando...?
            Estas podían ser algunas preguntas con las que podemos iniciar nuestra oración... Luego vendría un coloquio con el Señor, más bien largo que corto, en que podamos ponderar con Él, el trabajo de la Gracia, cuando nosotros terminamos el nuestro...
            La Gracia es el factor fundamental de todo crecimiento interior y de toda plenitud exterior... Si no fuera por la Gracia no habría cosecha alguna. Es ese elemento vital escondido en la tierra de cada persona que hace fecunda la semilla que cayó en el surco de una vida.
            Impresiona ver desarrollarse la Gracia en las personas..., sobre todo cuando estas no oponen resistencia alguna a ella. ¡Es una plenitud tan grande y tan llena, que uno no puede por menos de admirarse y sobre todo de dar gracias a Dios por su obra, misteriosa, pero cierta...!
            Dios ha querido vincular el crecimiento del Reino, a nuestro pequeño esfuerzo de sembrar, para que nos sintamos colaboradores suyos...
            La admiración es parte de la vida del evangelizador y de la evangelización. Quien evangeliza no puede por menos de admirarse de la obra de Dios en las almas. Al principio insignificante, pero poco después plenificante...
            ¡Feliz nuestra vocación de sembradores! ¡Felices aquellos que dedican su tiempo a esta labor, pues ciertamente no quedaremos defraudados…!

            Os animo a que terminemos nuestra oración de este día,  pidiendo operarios para la mies, pues esta es mucha, y hay que recogerla a tiempo para que no se pierda... Que así sea.

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