5 de enero – Puntos de oración

¡Feliz Navidad y muy próspero año nuevo, querido hermano!
Nuestros corazones exultan de alegría ante semejante gozo que inunda sin límites el mundo estos días santos, la bendición Urbi et Orbi que el Papa lanzó el día de Navidad desde la cátedra de San Pedro invade las almas, la llegada del Salvador del Universo nos libera, el inicio de un nuevo año nos recuerda que el Señor sigue desbordándonos con su Misericordia y que nos regala una nueva oportunidad para poder intentar otra vez serle fieles y hacer este mundo según Su Voluntad.
Hermano, ¡somos libres! El pecado nos había atado y sometido, pero ha nacido el que es nuestra esperanza, Aquel que esperaban Isaías y Moisés, Abraham y Jacob, ¡el Señor de Cielos y Tierra se ha hecho hombre! “Me anonadé tomando forma de siervo… Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único… Y el Verbo se hizo carne”.
¡Somos libres! Entendamos que si Dios se ha hecho carne es para liberarnos de nuestro pecado y nuestra miseria, ¡ese niño de Belén es el Dios Todopoderoso, el Unigénito, el tres veces Santo, el Amor hecho carne!
Y Dios se ha hecho carne para que podamos abrazarlo, estrecharlo, sentirle a nuestro lado cuando flaqueamos, verle delante cuando no sabemos hacia dónde ir, sentir que nos sigue cuando afrontamos una dura decisión, ¡Dios se ha hecho hombre!
Leamos despacio, saboreando, la lectura de la hermosa carta de San Juan y meditémosla pues tiene mucho jugo: “Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros”. “En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros”. “Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”.
¿Cómo concreto yo el amor que tengo hacia los demás? ¿Acepto el reto enorme y radical que supone el mandato del Evangelio “Amaos los unos a los otros como yo os he amado? ¿Tengo en cuenta en mi vida al hermano que tengo al lado, al que vive conmigo?
Y escuchemos al niño Dios que nos dice: “Sígueme”. Que nos vea debajo de nuestra higuera, debajo de nuestros fallos, de nuestras virtudes, de lo que somos, no le ocultemos nada, enseñémosle nuestros sueños y luchas, nuestras batallas e ilusiones, nuestros miedos y preocupaciones y dejemos que él lo haga todo nuevo. Seamos sinceros, respondamos a ese “sígueme” con radicalidad, pero con lo que somos, que el resto se nos dará por añadidura.
Hoy los militantes terminan sus convivencias de Navidad, os pido una oración para que sepan llevar a sus hogares y amigos la alegría de la Navidad y para que perseveren en la fe en este mundo que les ha tocado vivir. Que sepan llevar a sus amigos ese “Ven y verás” que le lanza hoy Felipe a Natanael.
Exultamos de alegría estos días y nuestra oración es una acción de gracias continua, por eso os propongo escuchar el salmo de hoy cantado en una obra de Mons. Marco Frisina, “celebra al Señor la Tierra entera”:

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