Empezamos nuestra oración invocando
al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el
fuego de tu amor”.
Una vez que ya nos hemos puesto en
presencia de Dios pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, podemos repetir al
Señor lentamente y varias veces: “Jesús en Ti confío, Jesús en Ti confío,…”.
Hemos empezado la Cuaresma, que es
tiempo de especial encuentro con el Señor, de acompañar al Señor en el
desierto. En ese desierto donde sólo estemos Él y yo para así poder
encontrarnos y convertirme definitivamente a Él. Para ello la Iglesia nos
invita a mirar nuestro interior, reconocernos pecadores y pedir a Dios su
perdón, gozando así de su Misericordia; en definitiva, prepararnos para el
misterio pascual.
Los que creemos en Dios, porque le
conocemos, hemos recibido un grandísimo don inigualable. Somos como los
discípulos de Jesús, gozamos de su presencia cercana y Jesús nos explica las
escrituras porque como dice el Evangelio: "a vosotros se os ha concedido
conocer el significado de la parábola". Somos unos privilegiados por
conocer a Jesús y reconocerle en su Palabra. Sabemos a ciencia cierta la gran misericordia
de nuestro Dios, por lo tanto ofenderle y darle la espalda es un acto
consciente para nosotros porque sabemos lo que nos ama. Esa ofensa es un acto
libre y por lo tanto somos nosotros quienes decidimos apartarnos del Él
eligiendo ser condenados y desear la muerte para siempre, ya que le damos la
espalda. Por otro lado, el que no tiene la gran dicha de conocer a Dios, comete
sus pecados de manera inconsciente ya que no conoce al Señor y por lo tanto no
elige ofenderle libremente, por ello su pena es menor que la nuestra; su
conversión le logra la salvación si vive en amor a Dios. La primera lectura de
hoy nos ayuda a comprender que somos unos privilegiados porque nos hemos
encontrado con el Señor.
¡Qué gran Misterio!, ¿por qué Dios me
ha elegido a mí y me ha llamado a ser su amigo y tanta gente no lo conoce?,
¿por qué me has elegido Señor sin merecerlo?. Me has dado a conocer los
secretos de tu Reino, ¿cómo te responderé?
Le pedimos a la Virgen María, la
mujer fiel, nuestra madre, que nos ayude a permanecer fieles al Señor, que
tanto nos ama, para ser felices siempre. Le pedimos que ayude a tantos que no
conocen a Dios e interceda para que se encuentren con Él. Ayúdanos Madre para
que estemos atentos y disponibles para facilitar este encuentro.