8 marzo 2017. Miércoles de la I semana de Cuaresma – San Juan de Dios – Puntos de oración

Ha pasado una semana desde que empezó la Cuaresma y la Palabra se nos presenta hoy como un recordatorio: tanto Jonás como Jesús apremian a la conversión, la actitud fundamental de la Cuaresma. ¿Cómo hemos vivido esta primera semana? ¿Hemos cumplido los preceptos que nos propone la Iglesia? ¿Hemos buscado formas concretas de encarnar durante este periodo la oración, el ayuno y la limosna? ¿Tenemos un propósito de conversión personal que nos ayude a vivir esta Cuaresma y que nos haga renacer con Cristo, es decir, que nos haga vivir como Él?
Las lecturas de hoy nos avisan del peligro de dejar pasar esta llamada que nos hace Cristo a través de su Iglesia: los judíos de la época de Jesús no tenían suficiente con la presencia del Hijo de Dios, necesitaban algún signo “mayor” –quizá más espectacular– que les llevara a convertirse, a descubrir la verdadera identidad de Jesús. Lo mismo nos puede suceder a nosotros, en esta Cuaresma o en la vida: que la rutina, la costumbre de tener al Señor entre nosotros –en los Sagrarios, en los sacramentos, en las personas que nos ayudan en la fe–, la regularidad de las llamadas de la Iglesia –ver esta Cuaresma como una Cuaresma más– nos lleven a vivir superficialmente sin empaparnos del misterio, de la fuerza, del amor que el Señor derrama sobre nosotros.

Pero quizá tampoco un signo más espectacular nos hiciera cambiar de actitud, tampoco nos sirviera para convertirnos. ¡Qué poco necesitaron los ninivitas y cuánto exigen los judíos de tiempos de Jesús! El problema no es tanto que el signo no sea suficientemente poderoso sino de nuestra actitud. Lo mismo nos enseña la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón, que el Papa nos ha propuesto como guía de esta Cuaresma. Quizá lo único que se necesite es, como dice el salmo, un corazón quebrantado y humillado, un corazón capaz de reconocer su pecado y de volverse a Dios al descubrirse miserable. Acerquémonos al Señor en esta oración a través del Corazón de su Madre, para que nos alcance la gracia de la conversión que en esta Cuaresma desea derramar sobre nosotros.

Archivo del blog