26 marzo 2017. Domingo IV de Cuaresma – Puntos de oración

Es domingo, día del Señor. Y hoy el asunto va de miradas y cegueras. ¿Algo lejano a nosotros? Dios quiere sanar en nosotros esas dioptrías que ni oftalmólogos ni cardiólogos pueden aliviar: las del alma.
Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
La primera lectura relata el descubrimiento de David como futuro rey de Israel. Entre sus hermanos, buscaban el más apuesto y brillante a los ojos humanos, sin embargo el Señor de Israel dijo: «No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Dios cuando mira, ve de manera distinta a nosotros. Nosotros, para aprender a mirar bien, debemos fijar la mirada en Su Corazón, para empaparnos de Su Mirada, de su manera de amar.
Leer a la luz del salmo, aquellos acontecimientos que son centrales aquí y ahora en mi vida: “el Señor es mi pastor, nada me falta”. ¿No es la fe aprender a mirar la vida, a los demás y a uno mismo, como nos ve Dios?
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,en la noche del mundo,tocar la mano de Diosy así, en el silencio,escuchar la Palabra,ver el Amor.
         Hasta aquí la ambientación de la oración, el telón de fondo que contextualiza la escena del Evangelio en la que durante la oración nos adentraremos. El ciego de nacimiento soy yo. ¿Cuáles son mis cegueras? Pedir al Señor que me ayude a descubrir (que no me pase desapercibidas) las situaciones en las que ya está mezclando saliva con tierra y la está frotando en mis ojos.

         En la noche del mundo…, en la oscuridad de mi mirada apagada, Señor estás Tú. Mi ceguera, es la ocasión propicia para dejarme encontrar por Ti, y aprender a mirar todo de una forma renovada: con tu Corazón.

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