31 marzo 2017. Viernes de la IV semana de Cuaresma – Puntos de oración

La voz de Jesús se alza en el Templo de Jerusalén, según relata el evangelio, y proclama: “A mí me conocéis”... pero al que me ha enviado, “a ese vosotros no lo conocéis”.
Jesús que siempre habla con sencillez y buscando ser comprendido por su interlocutor, parece aquí que plantea una trampa. Podemos conocerle y no conocerle al mismo tiempo.  En este rato de oración, pidamos con confianza a la Virgen que nos dé su conocimiento y amor de Jesús, porque de ese modo nuestro conocimiento de Jesús será auténtico.
Conocer a Jesús como un hombre más, incluso como un gran hombre, pero no conocer sus motivaciones, sus intenciones y los móviles de su obrar, es no conocerle. Conocer su vida, pero sin conocer la razón de su vida, es conocerle por fuera, sin entrar en su Corazón.  Es no conocerle.
Jesús vive del amor del Padre y para amar a los hombres y salvarnos. Ese es su corazón, esa es su razón de vivir. Si nos adentramos en el conocimiento de la interioridad de Jesús, si somos sus íntimos, podremos imitar al apóstol Juan y reclinar nuestra cabeza en su pecho y congeniar con los sentimientos y afectos de Jesús. Esto es conocerle de verdad.
No se puede conocer a Jesús y no amarle ni seguirle. Hay una disyuntiva terrible: Si estamos a su lado, no podemos conocerle superficialmente, porque no lo entendemos y más pronto que tarde lo rechazamos y nos alejamos con resentimiento. Si estamos a su lado, hemos de profundizar, permaneciendo a su lado en medio de la oscuridad de la fe, cimentados en la confianza, y así llegaremos a conocerle como salvador, como amigo y como hermano.

Que la Virgen María nos alcance conocer a Jesús, amarle y seguirle.

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