Dios te espera cada día en la Eucaristía. No dejes pasar la oportunidad
de encontrarte con quién dio la vida por ti.
Muchas veces la vida nos castiga como un huracán, como terremoto, como
fuego… haciendo que nos refugiemos en cuevas, en seguridades. En cambio, Dios
nos dice: “Sal y permanece de pie ante el Señor”. El Señor nos pide
permanecer de pie afuera mientras la vida nos arrastra más y más adentro de
nuestra cueva.
Pero no perdamos la esperanza, el Señor saldrá a nuestro encuentro como brisa que acaricia nuestro rostro y seca nuestras lágrimas. Él entrará a buscarnos hasta lo más profundo de nuestra cueva, para sacarnos y conducirnos a un encuentro mayor con Él, no en la brisa, sino en el prójimo.
