La amistad que Jesús me ofrece, no me la puedo perder. Es una invitación
a conocerlo mejor a través de tantos medios a mi disposición: la Escritura, los
sacramentos, la oración, la comunión de los santos, las personas que se acercan
a mí y que Él me envía… Merece la pena ¡y mucho! que me esfuerce siempre en
conocerlo cada vez más.
Estamos terminando el curso y el mes del Corazón de Jesús. ¡Cuántas
vivencias -a manera de contemplación para alcanzar amor- podemos presentarle al
Señor en nuestro momento de oración!
¡Qué bello el evangelio de hoy! Jesús en la barca. Le presentan a un
paralitico. Jesús, después de curarlo físicamente, borda su acción: “Tus
pecados te son perdonados… Levántate y échate a andar”.
Hoy, cuando a los jóvenes se les da todo, gratis, sin esfuerzo, Jesús
marca la diferencia, va contra corriente, exige: “Toma tu camilla y echa
andar”. ¿Qué pensarían sus amigos y familiares?
Viene a mi mente lo que les pasa a los jóvenes que ahora llegan al
campamento y hacen las cosas, se exigen, se esfuerzan y ¡terminan contentos!
Comprobado: “Si al joven se le exige poco no da nada, si se le exige mucho da
más”. Experimentan la lección: la exigencia con amor, da la verdadera fuerza y
felicidad.
Está claro que nuestra sociedad está enferma, sobre todo porque no se
sacude la esclavitud del confort. Acudamos a Nuestra Madre y fijémonos en su
acción ejemplar visitando a su prima Isabel, como queremos vivir gozosamente en
la campaña de la Visitación, experimentando que hay más alegría en dar que en
recibir.
¡Señor, cuando te llevaron el paralítico, no te conformaste en sanar el
cuerpo, sino que le perdonaste los pecados y le pusiste en camino de la
santidad, de la felicidad plena! ¡Porque no hay nada peor que vivir
con el corazón paralizado a causa de los remordimientos y los malos
sentimientos! Jesús, dame sabiduría para reconocer y confesar los pecados que
atenazan mi corazón. Borrón y cuenta nueva.
Termina el mes dedicado al Corazón de Jesús, pero seguimos descansando
en su Corazón. Contemplemos a Jesús que nos dirige estas palabras como al
joven. “A ti te lo digo, levántate y anda”.
Que Santa María del Camino nos acompañe. Ella es madre, modelo y maestra, en esta campaña de la Visitación. Y nos levantaremos y echaremos a andar con paz y alegría.