Hoy en el evangelio podemos descubrir un mensaje claro y tremendamente
práctico para nuestra vida: “… no os agobiéis por el mañana, porque el
mañana traerá su propio agobio.”
Esta llamada a vivir el presente y a dejar un lado los agobios futuros,
no busca que caigamos en la dejadez y la despreocupación, sino que nos
acerquemos más a la presencia de Cristo vivo en nuestra vida. Es que es Él
quién nos quita las preocupaciones y los agobios, pero para ello tenemos que
vivir cerca, vivir con él. A través de la oración y los sacramentos,
recordar cada día que somos hijos amados y cuidados, que al igual que el trigo
o los pájaros del cielo son cuidados, más aún nosotros, hijos suyos creados a
su imagen y semejanza. Necesitamos de la oración y de la presencia real de
cristo en la Eucaristía para recordar esto y para vivir así.
Somos hijos, creados, amados y cuidados por Dios: está es nuestra realidad presente que debe guiar nuestro día a día.