¿Para quién vives? Hoy en la Palabra de Dios hay una preposición que
se repite mucho: “¿Quién irá por nosotros?”, “te ruego por ellos… por estos
que tú me diste”, “por ellos yo me santifico a mí mismo”, “no
solo por ellos ruego, sino también por los
que crean en mí por la palabra de ellos”. La fiesta de
Jesucristo Sacerdote nos habla de que Él vivió por nosotros: se
encarnó por nuestra salvación, murió por nuestros pecados, resucitó para darnos
vida y sentado a la derecha del Padre intercede por nosotros.
Esto es ser sacerdote: vivir por y para los demás, como Jesús. Ser
puente entre Dios y los hombres, un camino vivo para llegar a Dios y que Dios
llegue a los hombres. Claro que aunque haya sacerdotes ordenados que
representen a Jesús (pedid hoy especialmente por nosotros), por el bautismo
todos tenemos el sacerdocio común de los fieles. Así que tiene mucho sentido
preguntarse hoy:
¿Para quién vivo? ¿Vivo para mí mismo, como si fuera el centro del
mundo, o vivo para Jesús y para mis hermanos? ¿Por quién me santifico en la
vida de cada día? ¿Me ofrezco por los que me rodean? ¿Les hablo de Dios para
que crean? ¿Rezo solo por mí y mis cosas o rezo por los demás, por sus
problemas y luchas?
Coge todos los “por” de la Palabra de Dios hoy y aplícalos a tu misión en la vida. Dios sigue buscando quien arriesgue la vida por los demás: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame”.