¡“Paz a vosotros”!
Cada vez que Jesús aparece nos trae su paz. ¡Qué necesitados estamos
siempre de paz!
Esta vez, nos trae la paz de espíritu con el Espíritu
Santo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
¿Puede haber mayor paz que saberse perdonado? Jesús otorga el poder de
perdonar pecados a los apóstoles y a nosotros nos llega por medio de los
sacerdotes. Hoy es un buen día para pedirle al Espíritu Santo que ilumine mi
conciencia para confesarme, y así recibir la paz que sólo Él me puede dar.
Quizá, con la paz de Espíritu, podamos decir: «Jesús es Señor», y
descubrir, dentro de la diversidad de carismas y ministerios que hay en la
Iglesia, en la Milicia, en mi grupo, a cuál estoy llamado para mantener la
unidad en Cristo.
Todos somos enviados. Todos somos diferentes, únicos e irrepetibles.
Pero unidos por un solo Espíritu al que debemos pedirle que nos envíe allí
donde tenemos que estar, ¡por todo el mundo!
Y si todavía nos falta un empujón para rezar al Espíritu Santo… Mantente cerca de María. Los apóstoles estaban encerrados junto a ella. Cerca de María sólo pueden pasar cosas buenas. Ella nos llevará a Jesús, que te regalará su paz y te llenará de su Espíritu Santo.