22 diciembre 2022, jueves de la 4ª semana de Adviento. Puntos de oración

Ya se presiente la llegada del Mesías y la liturgia de estos días nos hace vivir estos momentos junto al Corazón de la Virgen. Ella está asombrada y no cabe tanto gozo en su cabeza, por eso explota en el cántico del Magníficat.

Para vivir con intensidad la Navidad, lo más importante es preparar cada uno el pesebre donde va a nacer el Señor; pero ese pesebre es tu corazón y depende de cómo lo prepares, nacerá Jesús en él. En estos días previos a la fiesta, todo el mundo se vuelve loco para preparar la fiesta: los adornos de las calles y de las casas, los regalos, las comidas, la preparación de la cena, la lotería… Tantas cosas giran en torno a la Navidad que parece imposible no vivirla de alguna manera. Pero a la mayoría de las personas se les olvida lo más importante: se organizan unos grandes festejos por el nacimiento de Jesús, pero a Jesús se les olvida invitarlo a la fiesta. Se celebra la fiesta dándole la espalda al protagonista.

Por eso, prepara tu corazón para su nacimiento, llénalo de todo el afecto y el calor que puedas darle. Lo más importante es estar en gracia, así que prepara una buena confesión de tus miserias y pecados. Y luego métete en el Corazón de la Virgen para vivir estos últimos momentos de intensa preparación. Te invito, no a recitar, sino a rezar el cántico del Magníficat: 

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” - como lo había prometido a “nuestros padres” - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

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