El evangelio de hoy termina con la frase: «Hoy hemos visto maravillas».
Puede que nosotros no veamos curar paralíticos a diario, pero las maravillas
del Señor se suceden todos los días a nuestro al rededor, aunque a veces no nos
demos cuenta. Nuestro día a día, la rutina, la propia debilidad humana nos
pueden ir insensibilizando el corazón haciéndonos incapaces de ver la acción de
Dios a nuestro alrededor.
Hoy el Señor nos anima a romper los techos de nuestro corazón y a
acercarnos de nuevo a él porque viene, la Navidad se acerca. Simplemente os
invito a pedir que nos cure como al paralítico, que nos haga sensibles a sus
maravillas para que estemos preparados para vivir la gran maravilla que es la
Navidad. En palabras de la primera lectura, Dios viene en persona a
salvarnos. Pidámosle que lo haga.
Para terminar, recordad dedicarle unos minutos a la Virgen, a pocos días de la gran fiesta de la Inmaculada. Hablad con nuestra Madre que vivió de primera mano las maravillas de Dios en su vida.