“Aquí está nuestro Dios, que llega con fuerza”. A dos días de la
Inmaculada, las lecturas de este día quieren alentar nuestros esfuerzos por
preparar el camino al Señor en este Adviento. Lo que da sentido a nuestra
espera es que Dios está llegando; no se retrasa, sino que soy yo el que tarda
en prepararse para abrirle la puerta apenas llegue y llame. Aún estoy dormido
en mi tibieza, quizá sumido en la tristeza y la falta de ilusión. Entonces
escucho lo que me dice el Señor despertándome del sueño: “Dice una voz: ‘Grita’.
Respondo: ‘¿Qué debo gritar?’ … ‘Aquí está vuestro Dios’” (Is 11,6.10).
Una forma concreta de ser ese “heraldo” “que alza fuerte la voz” para
anunciar al Salvador es proponerme invitar a la Vigilia de la Inmaculada a
aquellos que más lo puedan necesitar, ayudando a mi Buen Pastor a encontrar a
las ovejas que se le han perdido. ¿Hago una lista en diálogo con la Virgen,
pidiendo por ellos?
Unas palabras del P. Morales, en un retiro de Cristo Rey del año 1977, nos impulsan a vivir los dos últimos días de esta Campaña: “La campaña de la Inmaculada, ¿qué es? Una sola palabra lo resume: amor. Porque la Virgen no es más que eso, amor de Dios, es decir, Espíritu Santo; es decir, unión del Padre y del Hijo. Amor de Dios, que rebosa en su corazón de Madre para inundar al mundo, para inundar las almas y, por lo tanto, las almas de sus cruzados, para que, sirviéndose de éstos, el amor de Dios, traído por la Virgen, llegue a todos los corazones”.
