“Orar puede que no cambie lo que
ocurre a tu alrededor. Pero seguro cambiará lo que ocurre en tu interior. En
los libros se busca a Dios, en la oración se le encuentra”. (Padre Pío)
Que celebremos con alegría este
domingo de Pascua dedicado a la Divina Misericordia.
La misericordia -a la luz de la
Pascua- se debe de percibir como una verdadera forma de conocimiento. Se conoce
a través de los sentidos, se conoce a través de la intuición, a través de la
razón y aún de otras formas. Se puede conocer también a través de la
misericordia, porque la misericordia abre la puerta de la mente para comprender
mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal.
Meditemos con paz las lecturas.
Los creyentes vivían todos unidos. Por ello nos alegramos, aunque ahora, como
en tiempos de Jesús, sea preciso padecer un poco en pruebas… Y así nos
alegramos con gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe:
la salvación de nuestras almas. El evangelio de las dudas de Tomas nos enfrenta
con sus dudas y las nuestras. Seremos bienaventurados si creemos sin haber
visto. ¡Creo, a veces dudo, Señor, pero aumenta mi fe!
El gozo de la pascua me ayuda a
saborear esta palabra, pasando de la muerte a la vida. Como nos recuerda la
bella oración del P. Morales para este tiempo, le pedimos a Nuestra Madre:
Paz imperturbable,
Amor ardiente.
Santidad alegre.
Caridad misericordiosa
Unidad de corazones
Alegría desbordante.
El salmo responsorial refuerza lo
que hemos meditado antes. “Dar gracias al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia”. Que vivamos con paz este día, dando gracias a Dios por
ser sus hijos, y podamos celebrar esta fiesta que tanto bien hace.
Nos puede ayudar el recordar a dos santos como San Juan Pablo II y Santa
Faustina Kowalska. Que vivamos como ellos santidad sencilla y alegre.
Señor, estando tus discípulos
escondidos por temor a los seguidores de tu Evangelio, te apareciste a ellos
resucitado, transmitiste tu paz y les infundiste tu Santo Espíritu. Jesús, pido
que siempre que me atenace el temor, pueda sentir tu tranquilizadora
presencia en mi corazón
¡Santa María de la Pascua, Madre de piedad y de misericordia, ampáranos, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén!