“El afligido invocó al Señor, y él le escuchó”. Este
es el salmo 33 que recitamos antes de la lectura del Evangelio. Así, nos
ponemos bajo la protección de Dios.
Me pregunto:
¿Hay razones para seguir suplicando al Señor por tantas necesidades
personales y sociales? Abramos los ojos de nuestro corazón para descubrir la
realidad que nos toca vivir, entre las personas de cerca y de lejos. Pues
pidamos por todas estas personas que están esperando nuestra oración, aunque no
lo hayan manifestado.
Siempre que se invoca al Señor, él nos escucha… Siempre que se
invoca al Señor, él nos escucha.
Todavía queda cerca el Domingo de Resurrección. La luz desbordante de la
pascua se puede apagar si no la alimentamos de buenas obras. No solamente con
palabras o grandes deseos. No puedo dejar pasar un solo día sin dialogar con
Jesús resucitado.
Las lecturas que nos propone hoy la liturgia nos renuevan la alegría y
fortalecen la esperanza.
En estos días de Pascua todos recobramos nuestra dignidad original,
perdida por el pecado, porque hoy, de nuevo, escuchamos estas palabras
consoladoras de Cristo:
“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito; todo el que
cree en él tiene vida eterna”.
Lo vamos a confirmar con la lectura de los Hechos de los Apóstoles (5,
16-26).
“El sumo sacerdote y todos los suyos… en un arrebato de celo,
prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero por la
noche, el ángel del señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera
diciéndoles: “marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas
estas palabras de vida”… y ellos al entrar al templo se pusieron a enseñar.
Tomaron conciencia de la realidad; era el ángel del señor quien los
había sacado de la cárcel con todas las puertas cerradas y los centinelas de
pie haciendo guardia.
No, esto no es un cuento de hadas, es la pura realidad narrada en este
libro histórico de los Hechos de los Apóstoles. San Pablo y Silas también son
liberados de la cárcel, de Macedonia, porque en su aflicción invocaron al
Señor. ¿Cuántas veces al día invoco al Señor? ¿Cuántas personas nos piden que
oremos por ellas?
Así, esta liberación, se realiza cada día en nosotros para dar
testimonio de la Resurrección de Cristo y tener vida eterna.
Y termina el evangelio de san Juan, con este texto:
“Porque, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.