“Todo el que cree en el hijo tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el
último día”. En las lecturas de hoy Jesús nos habla de la vida eterna. ¿Te Has
parado a pensar en ella? La vida eterna, la felicidad plena. Es algo tan
difícil de entender... Si lo entendiéramos, no sería tan fascinante. “El que
viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no tendrá sed jamás”. La vida
eterna es ese lugar, ese momento en el que estaremos con Dios, no habrá
preocupaciones, todo será felicidad. Y... ¿se puede vivir la vida eterna en
este mundo? Nos lo decía Carlo Acutis: “la Eucaristía es mi autopista al
cielo”. Cada vez que vayamos a comulgar, a la misa, a la Eucaristía, podemos
acercarnos a esta vida eterna.
Ya en aquellas épocas de las lecturas los cristianos empezaron a evangelizar, y no lo tenían fácil. Fueron perseguidos. Pero, si cargamos esa cruz con Cristo, será mucho más leve. Aquel Cristo que nos promete la vida eterna, el mismo que nos ayudará en la vida de este mundo, no nos deja solos nunca. Pidámosle a Jesús que nos aumente la fe.