Hoy, Domingo de Ramos, me gustaría que obtuviésemos consciencia de lo
que vamos a celebrar próximamente, y que cada uno, dentro del Movimiento, como
le toca vivirlo, se sitúe en su particular Semana Santa.
¿Y si tuviéramos que repartirnos los «papeles» de la Pasión entre
nosotros? ¿Cuál podría ser mi sitio? ¿Qué personajes se parecen más a mí,
encajan mejor conmigo? (puede que más de uno) Repasemos algunos de ellos:
Si llevas en tu corazón secretos inconfesables, y los escondes para que
nadie se entere; si estás en el grupo de Jesús, pero no te has identificado
realmente con él y con su causa, no te has hecho de verdad «discípulo»,
posiblemente hay un Judas “amigo”, comiendo del
mismo plato en su mesa, pero al final acabarás entregándolo.
Si has dicho de palabra que darías tu vida por Cristo y por el
Evangelio, si te consideras más fuerte y fiel que los demás ("aunque todos
fallen, yo no fallaré"), si crees que lo tienes todo claro
y se te va la fuerza por la boca... No dudes que dentro de ti hay un Pedro autosuficiente.
Si sabes de alguien hundido en su tristeza y desesperanza, orando al
Padre con angustia, buscando una salida, queriendo saber cuál es su voluntad
("¿Con que no habéis podido estar en vela conmigo ni siquiera una hora?").
Si tú mismo no eres fiel en la oración para enfrentarte a tus tentaciones, tal
como te advirtió el Señor ("Velad y orad, para que podáis hacer frente a la
tentación"), ten por seguro que eres uno de los discípulos
que aquella noche se durmieron o huyeron.
Si te ocurre que alguien te pregunta por tu identidad cristiana, por tus
creencias, por tus opciones y prefieres esconderte en el anonimato, poner
excusas y no dar cara para evitarte complicaciones («¡No conozco a
ese hombre!»), la cosa está clara, ¡te pareces mucho a Pedro!
Si te encuentras ante una injusticia, o debieras defender al débil, al
descartado, al humillado en sus derechos y prefieres mirar para otro lado; si
alguien «cae» en tus manos y tienes ocasión de hacerle algún tipo de daño,
burlarte, ponerle en aprietos, acusarle falsamente o sin pruebas, y te sientes
con el derecho de juzgar y condenar... Te vendría muy bien el puesto de Anás, Caifás o
Pilato.
Si te sientes más cómodo con la religión de las normas, de las
obligaciones, de las prohibiciones, de los ritos y cumplimientos en vez del
Evangelio del amor; si te preocupa más la piedad y la perfección personal, que
el bien de las personas, o la ayuda a quien está perdido o sin salidas en su
vida... Si eres capaz de acusar, atacar y despreciar a alguien porque no piensa
como tú, serías un estupendo Anás o Caifás.
Si te cruzas con alguien que sufre y camina cargando la cruz de su
pobreza, de su marginación, de su dolor, y tú, aunque estás cansado y tienes
ganas de llegar a casa y descansar, te das la vuelta y le prestas cualquier
tipo de ayuda o alivio, felicidades, porque el papel del Cireneo es
el tuyo.
Si encuentras tiempo para acercarte a la cama del enfermo que suda y
sufre, para acompañar al anciano solitario o desmemoriado, si sabes acariciar y
limpiar el rostro deteriorado por el dolor y la marginación y enjugar las
lágrimas aunque no te dejen o no puedas hacer nada más... Eres como "aquellas
mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para asistirlo".
Como la Verónica, o la Magdalena o la Madre de Jesús.
Si eres capaz de reconocer tus propias culpas, que en tu vida has andado
desnortado, que has eludido la justicia, que te has aprovechado de lo que no
era tuyo, y pides humildemente perdón.... Podrías ocupar el lugar del «buen ladrón».
Si al mirar el rostro manchado de la Iglesia, sus errores y escándalos,
sus incoherencias y pecados, aún eres capaz de reconocer en ella el rostro de
Jesús y adorarlo... Eres como el Centurión ante el cuerpo
destrozado del Señor.
Si te enteras de alguna persona o familia que lo está pasando mal y te
haces cargo de sus necesidades, anónima y calladamente; si pagas alguna de sus
facturas, si les echas una mano como sea, si hablas con alguien para aliviar su
situación, aunque nadie te lo agradezca.... Habremos encontrado a José de Arimatea.
Puede ser una buena forma de hacer tu oración estos días. Sitúate y vive con Jesucristo la Pasión, para vivir también con Él la verdadera Resurrección.