“Lleváis una vida cristiana porque os renta, no porque me améis a Mí”,
(traducción de las palabras de Jesús: en verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque
habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por
el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna,
el que os dará el Hijo del hombre).
¿Reproche contra los discípulos? ¿Lamento personal? No lo sabemos, a la
Palabra le falta el tonillo con el que esas palabras fueron pronunciadas. Pero
sea como fuere, aquí hay una indicación de Jesús a quien quiera ser su
discípulo, es decir, para cada uno de nosotros, que hoy nos acercamos hambrientos
a la oración. Escuchemos con atención esta indicación de Jesús:
Buscad una fe arraigada en Mí, que nuestra intimidad compartida sea la
clave de lectura de todo lo que vivís. No caigáis en una fe moralista, de
cumplí-miento, o de eventos sociales. En lo oculto, eleva tu corazón, y habla
en lo secreto con tu Padre. Busca la presencia amorosa del Padre en cada
acontecimiento. La realidad está preñada de mi presencia resucitada. El
Espíritu Santo lleva tu vida, te envía a la misión, sacándote de una vida
autorreferencial. Has recibido gratis la Vida, gratis has de entregarla. Por
amor. Sin cuentas. No por el beneficio aparente que podáis tener. Sino por Mí,
búscame a Mí, yo te mostraré al Padre, y te enviaré al Espíritu Santo. Todo lo
demás se te dará por añadidura.
Permanezcamos en diálogo sincero y de amor con el Señor en esta oración. Señor, te busco, pero aumenta mi fe.