18 marzo 2013. Lunes de la quinta semana de Cuaresma – Puntos de oración

En el marco de ésta cuaresma de 2013 preparamos nuestra oración; invocando al Espíritu Santo; a Santa María. Hacemos silencio para dejar sitio en el corazón; “el Espíritu ora dentro de vosotros, Abba, Padre.” Dejémonos conducir donde Ellos quieran llevarnos.
1ª Lectura
El relato de la acusación de Susana por los ancianos es estremecedor.
La maldad, vehiculada por las pasiones consentidas,” la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! no sólo hace daño a la persona que lo comete sino que no le importa destrozar al inocente; se olvida y ofende al Señor (Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios).
El mal acecha a cualquiera, en este caso a los sabios, jueces, ancianos (La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo).
Adjunto el ritual de la renuncia a Satanás (que en Cuaresma puede identificarnos con el rechazo de Jesús, en el desierto, al diablo). Al pedirnos la Iglesia en la Vigilia Pascual hacer este ritual no debe ser cosa pequeña a despreciar.
En la lectura se nos habla de Susana como valiente, encarando al mal, y temerosa del Señor su Dios; amando su mandato antes que ofenderle por temor a las amenazas
« ¡Oh, Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
Dichosos los padres que educaron a esta mujer en ese sentido del respeto a sí misma y sobre todo en el temor santo a Dios. Pero, también, confiada en el poder de su brazo. Su oración, al expresar a Dios que la acusan, esconde una súplica confiada pero angustiosa ¡¡¡ Ayúdame, por favor ¡!!!
“Si el afligido invoca al Señor, el lo escucha y lo libra de sus angustias”, leemos en las Escrituras
El Señor escuchó su voz: “entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él”, aquel día se salvó una sangre inocente.
Salmo 23 (22), 1-3.4.5.6
Hoy viene, como anillo al dedo, la 2ª estrofa del Salmo:
Preparas una mesa para mí
frente a mis adversarios;
unges con óleo mi cabeza,
rebosante está mi copa.
Susana, bien pudo hacer suya esta oración y comprobar la eficacia de orar y confiar en el Señor, aunque desde la angustia.
Evangelio
Jesús, consciente de dónde le puede llevar su predicación, sigue valientemente hablando de sí mismo como manifestación de luz y vida; “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Jesús, ¡sí que camina en la luz! que es hacer la voluntad del Padre: le obedece y habla ante los duros de corazón; los que buscan, mediante las dialécticas, escurrir el bulto de la conversión.
Cuanto más Jesús da testimonio de sí, los fariseos obstinados se cierran a sus palabras;
“Mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy”
“Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí".
“Vosotros no me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre"
Estemos nosotros prontos a obedecer a Dios, a través de las personas que tienen para nosotros autoridad.
Manifestemos nuestras propuestas e iniciativas pero con la intención de ser dóciles si no nos secundan.
La voluntad del Padre puede ser camino espinoso pero contamos con su dulce presencia, en el corazón.
CONCRETANDO MI ORACION EN ESTA CUARESMA- Al final de mi oración recordar algún punto que no tengo claro en mi vida; escribir una propuesta y presentarla a los que tienen autoridad. Pedir al Señor su luz y gracia para tener una obediencia activa.
Padre Santo, en el nombre de Jesús tu hijo amado, y con la dirección de tu Santo Espíritu, me pongo en tu presencia para darte gracias por permitirme acercarme a ti y reconocer mi estado de pecado. Purifica y transforma mis pensamientos y afectos, mi mentalidad y comportamientos; suscita en mí una sincera conversión.
Hoy, como el hijo pródigo quiero voluntariamente reconocer que he pecado contra el cielo y contra ti, que me arrepiento de haberte ofendido.
Ante ti Señor confieso mi pecado, reconozco que no soy digno de ser llamado hijo tuyo, pero se y creo que por tu infinita misericordia y por la Salvación que me ha dado Jesús en la Cruz, me reconcilias contigo.
Por eso Señor, en este instante quiero renunciar públicamente a todo aquello que me ha separado de ti:
-“Para ser cristianos de verdad tenéis que esforzaros por rechazar el mal, que lleva al pecado y es negación de Dios.

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