Con la fiesta de la Conversión de San Pablo, la Iglesia nos muestra el poder misterioso de la gracia, capaz de transformar los corazones más rebeldes; y nos invita a una confianza sin límites en Jesucristo, hasta exclamar con San Pablo: "Porque para mí la vida es Cristo y morir una ganancia (Filp 1,21). "Resolví no saber otra cosa entre vosotros sino a Jesucristo, y Éste crucificado" (1 Cor 2,2).
Al comenzar la meditación pidamos la ayuda del Espíritu Santo para tener los mismos sentimientos que san Pablo cuando camino de Damasco cayó del caballo y escuchó la voz de Jesús: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? (Hc 22,6)
Ayer, hoy y siempre resuena la voz de Jesús en cada alma. Para Pablo fue una voz de reproche y amor; de compasión e ironía al mismo tiempo. Y es que la voz del Señor tiene un acento misterioso y un atractivo irresistible. Nos habla de un modo más directo en la oración, estemos pues muy atentos, con la mejor de las actitudes, sin prisas.
Pablo caído en el suelo hace la pregunta correcta, ¿Quién eres, Señor? Es la pregunta de todos y de siempre. Nos la podemos hacer de otra manera: ¿Quién es el que se cruza en mi camino y me ciega? Y respondió la voz: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.
Al principio de los tiempos, dijo Dios: “Hágase la luz” Y el mundo se hizo. Dice San Agustín que “transformar un pecador en justo es obra más grande que crear el cielo y la tierra”. En el camino de Damasco cayó un hombre, Saulo y se levantó otro, Pablo, apóstol de Jesucristo. Esto mismo quiere hacer Jesús con cada uno de nosotros si le dejamos. Creo que el mejor momento es el de la oración de cada día. No tengamos miedo a la oración.
A partir de este momento, una nueva vida se apodera de Pablo. Hoy podríamos decir que dejó de ser un cristiano más y empezó a vivir como otro Cristo. “Lo viejo pasó. Mirad, se ha hecho nuevo” (2 Cor 4,6).
Pablo acaba de encontrarse con Cristo, es el acontecimiento de su vida. Ha descubierto de manera vital que Jesús resucitó. ¡Que Cristo vive!, y ¡que vive en él! Esta es la gran novedad del cristianismo: la nueva vida que el Espíritu comunica a las almas por la muerte y resurrección de Cristo. “En esta Vida Nueva, la Vida de Dios Padre para los hombres en Cristo Jesús, está lo radicalmente nuevo que el Evangelio introduce en la historia”.(P. Morales S.J)
La transformación de Pablo fue total, según San Juan Crisóstomo, "El corazón de Pablo es el Corazón de Cristo" Por ello, Pablo se fio de Dios y conquistó el mundo sin utilizar lo que éste asume como imprescindible. Ni la seducción de su persona, ni el prestigio de la ciencia, ni la autoridad de la sabiduría humana, ni el brillo de la elocuencia (cf. 1 Cor 2,1).
Terminemos dando gracias a Dios por medio de la Virgen María, primero por el gran don de Pablo para la iglesia y para el mundo y segundo por todo el bien que cada uno de nosotros hemos recibido. El Señor cuenta contigo y te necesita.