Lectura del segundo libro de Samuel (6, 12b-15. 17-19)
En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual su casa.
Salmo responsorial (Sal 23, 7. 8. 9. 10)
R. ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona.
¡Portones!, alzad los dinteles que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 31-35)
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: -«Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.» Les contestó: -«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: -«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»