Estamos envueltos en un ambiente extraordinario de Navidad que se caracteriza muy bien por las lecturas que estamos teniendo todos estos días en la Misa diaria, y se refleja en textos, como los que aparecen en los puntos de oración de estos días que me han llamado la atención dignos de hacer repeticiones a propósito de la fiesta de mañana.
Transcribo algunos: “Estamos todavía inmersos en la octava de Navidad. En estos días amanece y nos despertamos con los rayos que irradia la luz que no tiene ocaso. (No sé si os habéis fijado en los amaneceres y ocasos de estos días pero han sido extraordinarios para el orante).
La luz desde el punto de vista físico, en el plano de lo sensible, nos permite interactuar con las realidades materiales, percibir las formas, colores de las cosas y los rostros de las personas que nos rodean.
Pero la luz que nos llega del niño Jesús que nace en Belén, es la luz de la fe que no tiene ocaso. Es la luz que nos permite reconocer que un Dios se hace hombre en un niño, que lo eterno se hace tiempo, historia. Que lo infinito se hace finito, para dotarlo de infinitud, de eternidad. Todo un Dios se hace hombre, para que el hombre llegue a ser Dios.
Este niño Dios, nos hace descubrir la dignidad que hay detrás de cada hombre...
Las cosas y personas son renovadas, comienza una nueva humanidad, una nueva historia. No es de extrañar que la historia se cuente como antes y después de Cristo.
También en nosotros, tiene que haber un antes y un después de Navidad. ¿Por qué? Jesucristo al nacer, hace todas las cosas nuevas, es una nueva creación; ¿Creemos esto? En la medida de nuestra fe se produce esto en nosotros. El mismo Jesús nos lo dice: “Y mayores cosas veréis si creéis”.
Los Magos vienen de Oriente peregrinando, es decir de donde nace el Sol, la vida y se dirigen hacia el poniente, el ocaso de la vida, es nuestra peregrinación que nos recuerda el Camino de Santiago con un destino: La Gloria, es el destino de todo hombre, de todos los pueblos que los magos representan y guiado por la estrella que para nosotros es María (somos todo de Ella) nos dirigimos al encuentro con Jesús, que aterriza entre nosotros para salvarnos, guiarnos en el camino, decirnos cuál es nuestro destino. Esto es maravilloso, descubrirlo es una gracia. Nos unimos a la caravana de los Magos, llegamos al portal y se lo decimos a María que hace de intérprete y le transmite a Jesús todos nuestros deseos y Él los hace realidad cuantos nos conviene.
Oh Dios que juntaste en Santa María, la virginidad más pura junto a la maternidad más fecunda, concédenos por su intercesión participar de su divinidad la cual se ha dignado visitar nuestra humanidad.