Hoy en el Movimiento de Santa María
iniciamos las Convivencias, Jornadas, Pascuas familiares… de esta Semana Santa
de 2018. Ya es hora de parar, detenerse. Detenerse para contemplar y contemplar
para retornar, para volver al Corazón del Padre. Todo este recorrido
lo tratamos de hacer agarrados de la mano de la Virgen.
Unos minutos intensos vividos en la
presencia de Jesús. Sobrecoge el texto que hoy proclamamos en la liturgia de
este Miércoles Santo: … “En verdad os digo que uno de vosotros me va a
entregar”. Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno
tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: “el que
ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar…”
Judas, también recorrió los caminos
con Jesús y sus compañeros, los apóstoles. Todos los discípulos siguieron a
Jesús, también le abandonaros. Pedro le negó. Judas le traicionó, le negó.
Pedro se encontró con la mirada de Jesús y reconoció su pecado. Le transformó
esa mirada de Jesús llena de misericordia. Judas, no se encontró con la mirada
de Jesús, desesperado por su pecado ya no retornó… Recordamos cómo terminó su
vida. Hacia ¿dónde se inclina mi vida? Siempre es tiempo de RETORNAR.
Le vamos a pedir hoy al Señor, por
medio de María, que imitemos a Pedro. Que nos regale la gracia de encontrarnos
con la mirada misericordiosa de JESÚS. Se me pide reconocer que soy pecado,
pedir perdón. El resto corre por cuenta de Señor. Goza perdonando. Y yo, ¿gozo
perdonando?
Eso sí, no podemos seguir corriendo a
lo loco. ¿Cuántos pueblos nos hemos pasado en esta Cuaresma? Estos días de
preparación a la pascua son, como proponía al principio para: detenernos:
- De la agitación de hacer tres o cuatro cosas a la vez, sin
terminar bien lo iniciado.
- De la necesidad de aparecer, de aparentar, de ser visto
por todos.
Para contemplar, para
mirar:
- Mirar el rostro de nuestras familias en las que falta el
calor del hogar.
- Mirar el rostro lleno de inseguridades e inquietudes de
nuestros niños y jóvenes.
- Mirar el rostro surcado por el paso de tiempo de nuestros
abuelos y ancianos.
- Pero sobre todo Mirar y Contemplar el Rostro del Amor
Crucificado.
Para volver, retornar:
- Detente, mira y vuelve. Vuelve a la casa del padre. ¡Vuelve!, sin miedo
a los brazos que esperan de tu Padre rico en misericordia.
- ¡Vuelve!, sin
miedo, a participar de la fiesta de los perdonados. A experimentar la ternura
sanadora y reconciliadora de Dios. (Algunas ideas tomadas del P.
Francisco al inicio de la Cuaresma).