La oración del Viernes Santo es la
oración a los pies de Jesús crucificado. Me quedo contemplando a Jesús en
la Cruz, mirándolo con mucha devoción, como lo hizo María. Y hablo con Él y con
Ella, según lo que mi corazón me sugiera.
El mismo S. Ignacio nos indica cuál es
el fruto que debo pedir en esta oración: “...pedir lo que quiero, lo
apropiado en la Pasión: dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo
quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí” [EE.
203].
Lo único que hay que hacer hoy es estar
junto a la Virgen a los pies de Jesús. Y dejar que se nos llene el corazón de
pena, de amor y de gratitud hacia Jesús por “amarme hasta el extremo”.
Si quieres entreteje unos textos de las
Escrituras o una poesía por si te ayudan:
“Fue tratado como culpable a causa de
nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados. Él soportó el castigo que
nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados”. (Isaías 53, 5).
“Se negó a sí mismo hasta la muerte, y
fue contado entre los pecadores, cuando en realidad llevaba sobre sí los
pecados de muchos, e intercedía por los pecadores”. (Isaías 53, 12).
“Así se manifestó el amor de Dios entre
nosotros. No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que él nos amó
primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados: en esto está el
amor”. (1 Juan 4, 10).
Jesús, sólo en tu mirada encuentro el
perdón...
porque tú no me juzgas, no me rechazas,
ni me exiges nada...
Sólo me esperas a la puerta, para que
cuando regrese,
siempre la encuentre abierta...
Jesús, sólo en tu mirada encuentro el
perdón...
porque sólo el que ama y recibe al otro,
perdona de verdad...
y tú me aceptas y me quieres tal como
soy...
Jesús, sólo en tu mirada encuentro el
perdón...
y en ella sana la herida de mi alma...
porque tus ojos cicatrizan las huellas
de mis culpas y debilidades...
Jesús, sólo en tu mirada encuentro el
perdón...,
porque te colocas junto a mí,
junto a mis heridas, junto a mi dolor...
Jesús, sólo en tu mirada encuentro amor,
compasión,
calor que quema y apaga mi culpa y mi
dolor…
Jesús, sólo en tu mirada encuentro
perdón...
palabra de aliento...,
caricia de brisa suave...,
abrazo de comprensión...
Jesús, tu mirada me libera
del peso de mi culpabilidad...,
de la condena de mis faltas...,
del rechazo de mis maldades...
Jesús, tu mirada me purifica
y tu corazón me santifica y me sana...
Jesús, sólo en tu mirada encuentro el
perdón...
(M. J. Fernández)
Poniéndome en la presencia de Jesús
Crucificado termino también la oración, según la recomendación que nos hace S.
Ignacio, teniendo un coloquio con Él. Me imagino y me pregunto:
- Ante Cristo nuestro Señor delante y
puesto en cruz:
… cómo de creador ha venido a hacerse
hombre,
… y de vida eterna a muerte temporal,
… y hasta a morir por mis pecados.
- Otro tanto mirándome a mí mismo, me
pregunto:
… lo que he hecho por Cristo,
… lo que hago por Cristo,
… y lo que debo hacer por Cristo.
Y así, viéndole crucificado y colgado en
la cruz, le expreso lo que espontáneamente siento y quiero decirle [EE. 53].