Al iniciar nuestra oración lo primero es pedir a Dios que este acto de adoración sea sólo para alabanza de Él y así en todo lo que hagamos es para amar y servir a Dios Nuestro Señor.
En el pasaje anterior de este evangelio de san Marcos se presenta a Jesús subiendo con sus discípulos a Jerusalén, y el evangelista añade que “Jesús se les adelantó y ellos se sorprendían; los que seguían iban con miedo”. Entonces el Señor les empieza hablar de nuevo de la pasión y muerte que pronto va a sufrir.
Es en este contexto cuando surge la petición de los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Esta petición no podía ser más inoportuna. Precisamente cuando les está diciendo que se mesianismo debe pasar por el fracaso de la cruz es cuando le hacen esta petición de ser los más importantes y surge el enfado de los otros discípulos.
Jesús aprovecha esta ocasión para repetir y repetirnos a cada uno que la actitud que debe tener un discípulo suyo es de servicio, de ponerse el último.
La razón de esta exigencia es la misma persona de Jesús, el que “no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida en rescate por todos”. La actuación del cristiano debe surgir de la pregunta ¿Qué haría Cristo en mi lugar en esta situación concreta? Y si no lo tenemos claro, la actitud de Cristo en toda su vida fue: “No he venido a ser servido sino a servir y dar la vida”.
Pedir al Señor escuchar con firmeza que no debo atenerme a lo que es habitual en el ambiente que me rodea, donde se quiere ser el primero, que debo tener como modelo a Jesús mismo, pues en esto radica mi camino de santidad y mi auténtica grandeza el ser el servidor de todos.
Es imposible ser discípulo de aquel que ha venido a servir y negarse uno mismo a servir. La persona de Jesús es el ejemplo vivo y concreto, no nos da una ley impersonal para ser de los suyos, no da el ejemplo vivo de su misma persona.
Pedir a la Virgen María, modelo de discípula del Maestro mejor acabado para que nos alcance la gracia de imitarla y su ayuda para no cansarnos nunca de estar empezando siempre y así poder descubrir lo que Jesús nos concede cuando no satisface nuestra petición como lo hizo de Santiago y Juan.
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” “pues el que se humilla será ensalzado”.