Y en las tinieblas brilló una gran luz … Es lo que nos anuncia San Pablo en la carta a los Romanos.
Ante un panorama sombrío y desalentador, la resurrección de Cristo llena el mundo de esperanza, cada una de nuestras vidas cobra sentido. Si no fuera por Jesús todavía estaríamos sometidos por el mal.
Desde Cristo cada uno opta dónde situarse en esta vida. El Señor nos invita a estar vigilantes y atentos, prestos a su llamada. Las llamadas de los pequeños detalles de cada día, las llamadas de los momentos decisivos en la vida, o la última llamada y definitiva.
El salmo nos muestra la mejor manera de estar prontos a responder a estas llamadas. “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”.
Si hoy, y cada día que nos levantamos, nos ponemos como objetivo cumplir la voluntad de Dios, al menos en el deseo, nuestro corazón estará bien ceñido y atento a las llamadas de Dios.
Que el Señor nos conceda llevar su voluntad en nuestras entrañas, para que todo lo que hagamos sea en su mayor gloria y alabanza. De este modo seremos en nuestros ambientes luces en la noche, consuelo para los que sufren.