Puntos para la oración 1 de noviembre de 2009

1. Después de esto, vi una enorme muchedumbre imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas …

¡Qué consuelo pensar en el P. Eduardo Laforet, y en Jesús Palero, y Jesús Ayuso, Rufino Juárez, Eladio Jaraíz, Javier Mahíllo, Antonio Rodríguez, Pedro Bastardo, Rufino Arranz, José Luis R. Zurro, Evaristo Quílez…nuestro Padre Tomás Morales! Abe –en la meditación de la muerte- glosaba semblanzas de los militantes que han triunfado. Sí, yo estoy a la cola, en cualquier momento puedo llegar. ¡Contamos contigo! Nos dicen los muertos del cementerio, pero con mucha más certeza los “santos” que ya están con Cristo para siempre.

2. ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente!

Hace unos días me encontré con un chico que no sabe quiénes son sus padres, ni siquiera dónde nació… Está en un orfanato. ¡Cuántos huérfanos espirituales, sin saber que Dios es su Padre! De vez en cuando aparece en la prensa el caso de jóvenes que piden una prueba de ADN para que le reconozcan su paternidad. Aquí estamos a la inversa, parece que es Dios el que tiene interés en que le reconozcamos… San Juan queda pasmado con esta realidad: Está bien que me llame “hijo de Dios”, pero LO SOY REALMENTE. Canta feliz: “Dios es mi Padre, qué feliz soy, soy hijo suyo, hijo de Dios”. Saborea despacio el Padrenuestro, paladea PADRE, PADRE… ¡Abba!

3. ¡Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos!

De nuevo con el gana pierde, el sube baja, el púdrete para dar fruto, el mundo al revés para ponerlo como Dios manda. Recuerda las “malaventuranzas” del mundo: hazte rico Federico, vive la vida (“carpe diem”), Juan Palomo yo me lo guiso y yo me lo como, haz currículum vitae (no ridículum vitae)… Contemplemos a Abe: Manos vacías, todo es gracia, a la luz por la cruz, ¡sólo en la noche brillan las estrellas! Contempla a Jesús, Él es la encarnación de todas las bienaventuranzas…Y sé feliz, muy feliz

4. Yo puedo, yo debo SER SANTO, a mí Dios me ama con pasión.

Nos lo recordaba Fernando Martín en la plática del pasado retiro de octubre. Fuera desalientos, confianza, como San Valentín de Berriochoa. Al marchar de Bilbao a Ocaña, dijo a sus amigos: Me voy a hacerme santo para que Vizcaya tenga uno. Pues sí, a ser santos, para que la Milicia de Santa María tenga uno… porque PARA DIOS NO HAY NADA IMPOSIBLE.

Cuando el P. Ventura Fernández Travada allá por 1750 nos cuenta la inauguración del primer convento femenino de jóvenes que querían seguir las huellas de Rosa de Lima en Perú tituló su libro El suelo de Arequipa convertido en cielo una definición preciosa de la santidad: hacer de nuestro suelo un cielo.

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