1. “En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios”.
Somos hijos de la Pascua. Hay dolor, pero con el Amor esperanzado el final será la gloria.
A continuación, un texto del Cardenal Pironio, tomado de una de las meditaciones impartidas en el curso de los Ejercicios Espirituales en presencia de Pablo VI, allá por la Cuaresma de 1974. Es la XV, y se titula “la alegría en la Iglesia”, pp.223-224:
“Una Iglesia en oración es, esencialmente, una Iglesia alegre, porque Cristo vive en ella, porque tiene la experiencia del amor del Padre y la acción del Espíritu Santo.
Una Iglesia pascual tiene que ser, esencialmente, una Iglesia que manifiesta y comunica la alegría de la interioridad, de la cruz, de la donación.
Hoy hace falta la alegría en el mundo. Hace falta la alegría EN LA Iglesia. Quizá los verdaderos profetas sean hoy los hombres capaces de engendrar alegría y esperanza en el corazón de los que sufren y buscan. Quizá –por la seriedad del Evangelio y la experiencia de la cruz- nos hayamos olvidados de sonreír. Sabiendo que el mundo no espera de nosotros grandes gestos ni palabras elocuentes; sólo espera que les mostremos, en la serenidad y alegría de nuestros rostros, que Dios ha venido para salvarnos.
La alegría nace de la oración y la cruz. Solamente las almas que viven silenciosas al pie de la cruz, como María, son capaces de sonreír; sólo ellas tienen derecho a la alegría; porque allí perciben el amor del Padre y la infalible fecundidad del sufrimiento. Sólo aquellos a quienes el Señor marcó privilegiadamente con la cruz pueden hablar bien de la alegría. La alegría es fruto del amor y del Espíritu Santo: “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz” (Gal 5,22). Por eso, la comunidad cristiana primitiva era alegre, porque estaba fuertemente invadida por el Espíritu Santo y formaba un solo corazón y una sola alma”
2. Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.
Sí, aunque llore el alma ahora, hay que sonreír, porque el Señor me inundará de paz; aunque mi edificio se pueda caer por el pecado, tengo que construir en gracia, porque llegaré a la Morada del Cielo…; porque lo que importa es que EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS. Sí, María fue la esclava y por eso fue la Mujer Liberada y Liberadora… Saborea de nuevo el ¡magníficat!
3. ¡Qué cortas estas parábolas y qué profundas! El Reino de Dios es un grano de mostaza que se convierte en árbol; es una simple levadura que hace fermentar la masa…
Te invito a que te inventes alguna comparación como ésta: El Reino de Dios se parece a un correo electrónico (blog, video…), que fue enviado por un militante a un amigo, éste a otro, el otro a su amigo… y se convirtió en red y llegó a todo el mundo.
La moraleja está clara: en esta tierra, lo importante es sembrar, lo que cuenta es poner lo poco que hay en cada uno de nosotros, y ya vendrá el Rey para hacerlo fructificar, para multiplicarlo.
¡Señor, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad! Y para conseguir tus promesas, ¡concédenos por intercesión de Nuestra Señora del Rosario amar tus preceptos!