puntos para la oración 21 octubre 2009

‘Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.’

Iniciamos la oración con una petición…

  • Señor, que sea agradecido a los dones que Tú me has dado, y responsable en su uso. Haz que me dé cuenta de tanto don derramado, haz que mi voluntad se mueva a la entrega generosa.

Meditamos

  • Pensamos en lo mucho que se nos ha dado en la vida: en la familia, en las posibilidades de vivir en un país rico, en mis estudios, en mis amigos, en las personas que me han acompañado…
  • Ver que el Señor ha puesto en mí cualidades: inteligencia, buen humor, capacidad estética, musical…
  • Vemos también como Dios ha estado presente en mi vida: el momento de mi conversión, tiempos fuertes de Dios, momentos en que me ha salvado de caer o me ha rescatado después de fallar…
  • Pienso en el regalo que supone ser hijo de Dios, que me haya dado a María como Madre, que haya muerto por mí en la cruz, que se me entregue en la eucaristía…

Oramos…

  • Primero con una actitud de agradecimiento por todo lo que he recibido. Le doy gracias a Dios por cada uno de sus regalos.
  • ¿Soy el siervo fiel o el mal siervo? Hacer una revisión de cómo he utilizado esos dones. De una manera muy especial podemos hacer una revisión de mi amor al gran don inmerecido que es la eucaristía. Para ello sería bueno poder hacer este rato de oración ante un sagrario.
  • Señor, que estás en ese pedazo de pan, encarcelado por mí en el sagrario, esperándome siempre… ¡Cuántas veces paso de ti! ¡Cuántas veces estoy distraído! Tú que vienes en cada eucaristía y me besas en las entrañas y te haces uno conmigo y no tienes miedo de mezclar tu cuerpo con él mío, prepara mi corazón para recibirte con delicadeza. Indignamente me acerco a ti con humildad y con un inmenso agradecimiento.
  • Oramos con Santa María, y recitamos, para acabar, sin prisas, al ritmo de nuestra respiración, el Magnificat, reconociendo nuestra pequeñez y la acción de Dios en mí.

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