Petición: Jesús, enséñanos a orar.
Ideas para la oración: Hoy nuestra oración la realizaremos con las mismas palabras que Jesús empleó para enseñarnos a orar. Una oración que los cristianos hemos acogido con devoción, pues es el modelo de cómo ha de ser nuestra relación con Dios.
En este sentido lo mejor, quizás, para hacer oración este día es simplemente repetir estas palabras. Pero no de una forma repetitiva, como a veces nos ha podido ocurrir, sino consciente y amante.
El modelo de oración que nos puede servir es el que San Ignacio nos enseña de hacerlo al ritmo de nuestra respiración, lentamente, parándonos lo que necesitemos y dejándonos llenar de cada una de esas palabras y de todas sus evocaciones. Aunque nos quedemos tan solo en la primera palabra, ‘Padre’, meditando lo impresionante que es que podamos llamar a Dios, verdaderamente ‘Padre’. Sería la mejor oración si no pasásemos de esta simple palabra.
Y es que cada una de las palabras dichas por Jesús nos llena de vida, nos lleva a tratar a Dios con una confianza infinita, a pedirle por nuestras necesidades, a pedir perdón y aprender a perdonar, a tratarle con la dignidad de Dios y con la cercanía de un Padre, del Padre…
Una oración sencilla y comprometida.
Porque llamar a Dios padre nos pone en un puesto de hijos, que debemos amar, acoger, respetar todo lo que nuestro padre nos dice. Nos pone en un puesto de hermanos con los demás hombres con los que decimos a Dios padre ‘nuestro’. Y si hermanos, corresponsables de lo que les ocurra. Comprometida porque toda nuestra vida debe servir para dar gloria a Dios en la tierra como en el cielo. Porque hemos de hacer su voluntad, como la hizo el propio Jesús. Hasta el final. Hasta dar la vida. Porque hemos de luchar contra el pecado con todas nuestras fuerzas. Porque hemos de amar sin miedos, rencores, barreras…
Oremos así hoy. Desde la cercanía y desde el compromiso.
Coloquio: Nos ponemos en coloquio con Jesús. También, como los apóstoles durante un tiempo le vemos cómo ora. Le contemplamos en su recogimiento, en su intimidad con Dios. Y también nosotros sentimos una sana envidia que nos lleva a preguntarle por cómo debemos orar. Por cómo debo orar yo.
Y me quedo hablando con Jesús por cómo debe ser mi relación con el Padre. Seguro que Cristo que me conoce y conoce el corazón del Padre me indica muchas cosas. Puede ser que debo acercarme con más frecuencia, que el Padre añora el estar a solas conmigo. Quizás que debo de perderle miedo y entrar en su confianza audazmente. Sin duda me dirá que el Padre me ama con locura. Y que él es la mayor prueba del amor del Padre.