4 junio Lunes de la novena semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Vamos a platear la oración de hoy por el método de la “lectio divina” al estilo de Vicente, que soy yo.

Lo lees de arriba abajo una vez, con cuidado.

Luego la segunda e identificamos bien las ideas: A quien se dirigen las palabras. El mensaje de la parábola. Las consecuencias.

Ahora pienso en mí. En la aplicación a mí de este texto. Es curioso que no lo dedica a los fariseos que es el grupo con el que más me identifico. Se lo dedica a los que tienen autoridad sobre el pueblo, sobre todo la autoridad moral. En todo caso se me puede aplicar también a mí en una buena parte.

Yo soy la viña y el viñador. Curiosamente la viña no da fruto de por sí misma sino que Otro es el que la da las cualidades para el fruto. El viñador sólo cultiva lo que ya hay para que dé más fruto. Mis cualidades y mis otros valores, ya me vienen dados en el nacimiento o en la educación y yo sólo tengo que cuidarlos. Es un buen dato para la soberbia.

Intenta identificar los principales mensajeros de Dios para ti. Busca por lo menos cuatro. Luego piensa como les has tratado. Si lo podrías haber hecho mejor. Si alguna vez los has maltratado, o herido, o… Podrías derivar por la generalidad de “perdón Señor, he sido y soy un pecador”, pero, si eres capaz, sería interesante ver por qué razones humanas concretas has ido contra cada uno de estos profetas. Ejemplo: supongamos que eres adulto y te has enrollado con una compañera (nótese que en este ejemplo, también hay una compañera que se enrolla con un compañero), aunque no hayas llegado a la infidelidad explícita. No es suficiente sentirse pecador, también tienes que pensar por qué empezaste el tonteo con la otra: porque estás un poco alejado de tu esposa, porque ya no tienes detalles ni confidencias con ella, porque casi te importa más tu trabajo que los hijos, crees que tu misión es aportar toda la plata que puedas y como te equivocas se te producen interferencias (La que se pone a tiro para el enrolle tendrá que pensar…). Por último lo bueno no es sentirse pecador, sino que has pecado, te has arrepentido y confesado (y reparado el perjuicio a terceros) y Jesús te ha perdonado. Ya no eres pecador, sino que ahora eres débil y con alto riesgo de convertirte de nuevo en pecador. Tu situación actual es mucho más bonita que la de pecador: Jesús te ha echado un manto de misericordia sobre tus vergüenzas y cuando el Padre te mira ve en primer lugar la misericordia=Jesús que te tapa. Si referido al primer pecado, la Iglesia dice “feliz culpa que nos trajo tal Redentor”, ¿qué deberemos decir nosotros de nuestros pecados confesados? ¡ATRÉVETE A PENSAR Y A DEJARTE AMAR. NO TE DE MIEDO!

Todavía no hemos llegado al nudo de la parábola. Ahora el Padre está preparando el envío de su único hijo a quien ama tiernamente. Sabe lo de la muerte y maltrato de los anteriores y sabe del alto riesgo que corre su hijo. Punto. Detente. ¿A quién quiere más el Padre, a su Hijo o al viñador? ¡ATRÉVETE A PENSAR Y A DEJARTE AMAR. NO TE DE MIEDO!

¿Qué haría el Padre si el viñador se arrepiente y a su hijo da uvas y le da la mejor posada que puede? ¿Pesará después las uvas a ver si ha sido la proporción correcta?

Se podría seguir más, pero ya es echarle agua a este brebaje de AMOR.

Puedes mirar a la Madre y pedirla su opinión.

Puedes mirar al Hijo y pedirle su opinión.

Puedes repetir poco a poco frases de este evangelio

NOTA: Escribir esta meditación ha sido una gracia para mí. Yo di el esfuerzo y Dios me devolvió cien veces más.

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