27 junio 2012. Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Estamos terminando el mes del Corazón de Jesús y quiero destacar en estos puntos la importancia de traer a la imaginación y a la oración la Persona Humana de Jesús. Santa Teresa anima a hacerlo de forma continua. Si quieres conocer y amar a Jesús debes sentirlo muy próximo, como una persona que es como tú. Abelardo nos recordaba a menudo la anécdota de D. Manuel González, el obispo del Sagrario abandonado: Un niño, más pequeño de lo corriente, quería tomar la primera comunión y el obispo le pregunta ¿por qué? El chaval, malagueño, le contesta en un andaluz salado: “Porque pa querelo, hay que rozalo” Para querer a Jesús hay que tocarlo.

Apresurarse, hacer las cosas corriendo, con impaciencia, es síntoma de amor: En el Cantar de los cantares la novia suplica: “Atráeme, corramos…” y el amado llega “saltando sobre los montes, brincando por las colinas”. Abrahán había corrido al encuentro de sus visitantes y entró corriendo a la tienda donde estaba Sara pidiéndole que amasara deprisa una hogaza. Y corrió a la vacada para escoger un ternero hermoso. Esaú corrió a recibir a Jacob, lo abrazó, se le echó al cuello y lo besó, llorando. También María fue a toda prisa al encuentro de Isabel. Los pastores fueron corriendo al pesebre. El padre de la parábola del hijo que se fue de casa corrió a su encuentro para abrazarle y cubrirle de besos. Los apóstoles, las mujeres y María Magdalena corrieron varias veces en la mañana de pascua. Los discípulos de Emaús volvieron corriendo al cenáculo aquella noche: cuando el corazón está en ascuas, el ritmo vital se contagia de ese fuego, hace los pies ágiles e impulsa a correr. Por eso Pablo, olvidando lo que dejaba atrás, emprendió la carrera para alcanzar a Cristo Jesús. El arrepentimiento camina, el perdón corre.

El Cantar de los cantares se abre con una exclamación apasionada y apremiante: “¡Que me bese con los besos de su boca!” La palabra beso aquí evoca el hecho de respirar al unísono, abrazarse, aspirar el mismo olor. Jacob, atraído por Raquel, la besó al encontrarla. Esaú expresará con besos la reconciliación con su hermano. Lo mismo hará José cuando se encuentre con sus hermanos en Egipto. El padre de la parábola corrió al encuentro de su hijo que volvía y “lo cubrió de besos”. La mujer pecadora que ungió a Jesús también besó sus pies.

Te invito a expresar de forma viva tu amor por Jesús. Para terminar te propongo un texto de san Agustín. Este verano es un buen momento para leer alguna obra de este santo: “Las confesiones” estaría muy bien. El texto es el siguiente:

Si la violencia del deseo que se apodera del corazón de un hombre es tan fuerte como su herida interior, acaba por expresarse con una voz más clara, entonces se busca la causa. El salmo 37 dice: “todo mi deseo está en tu presencia” . Que tu deseo esté en su presencia y el Padre, que ve en lo escondido, te atenderá. Tu deseo es tu oración; si el deseo es continuo, continua es también tu oración. Existe una oración interior y continua, que es el deseo. Si no quieres dejar de orar, no interrumpas el deseo. Tu deseo continuo es tu voz, tu oración continua. Callas cuando dejas de amar. La frialdad en el amor es el clamor del corazón. Mientras el amor permanece estás clamando siempre; si clamas siempre, deseas siempre. Si tu deseo está en tu interior, también lo está en el gemido. Y el gemido no siempre llega a los oídos del hombre, pero jamás se aparta de los oídos de Dios”.

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