“Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios”. Así hemos rezado los
cristianos por los siglos. Ahora le encomendamos la paz en este primer día del
año; encomendamos a María la paz entre las naciones, en los pueblos y en los
corazones. En la bendición de Aarón se dice: “El Señor te muestre su rostro y
te conceda la paz”.
“La madre de Dios es mi madre”, rezaba san Estanislao de Kostka, y se
llenaba de confianza. Con esta conciencia nosotros también podemos afrontar
este nuevo año. Visualizamos nuestra vida y la ponemos en el Corazón de la
Madre, para que ella la evangelice y nos haga también este año testigos de su
Hijo.
“Le pusieron por nombre Jesús”. El día 3 se dedica al nombre de Jesús, pero hoy al culminar la octava de Navidad, a “los ocho días” se nos da este dato en el evangelio. José y María habían recibido este nombre y ahora se lo imponen socialmente a su hijo. Este nombre estaría continuamente en el corazón de María y José, que lo esté también en nuestro corazón todo este año que comenzamos.