Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu
Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Como dice el villancico “esta noche es nochebuena y mañana Navidad”. Ya
no queda nada, hoy es el último día del Adviento y mañana celebraremos con
gozo, desde esta noche, el nacimiento de nuestro Salvador. Él se hace hombre,
se humilla, se anonada para salvarnos.
Las lecturas de la Misa matutina del día de hoy nos anuncian la venida
del Salvador. Desde el profeta Natán al rey David, al profeta Zacarías, padre
de Juan el Bautista. Zacarías entona el Benedictus que rezamos
en la liturgia de laudes. En él Zacarías nos canta de gozo, la alegría que
supone el advenimiento del Salvador: “Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en
tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la
paz”. En estos tiempos convulsos que nos está tocando vivir y a veces
temerosamente debido a los acontecimientos presentes no debemos perder la paz,
ya que llega la Navidad y nos visitará un Sol (Jesús) que nace de lo alto, que
viene a iluminarnos y a guiarnos por el camino de la paz. La Navidad es paz de
corazón, y esa paz es Jesús que nace en ti. Prepárate de verdad en estas horas
que quedan para que vivas verdaderamente lo esencial de la Navidad.
Te invito a que te encomiendes a nuestra Madre. Ella es la madre del Adviento y por lo tanto la mejor preparadora de la Navidad.