20 diciembre 2021, lunes de la 4ª semana de Adviento. Puntos de oración

Vamos a pensar un poco en el pasaje de la anunciación del nacimiento de Jesús a María, por el ángel Gabriel. Debemos tener claro que lo importante no es pensar, considerar, ni siquiera contemplar, lo más importante es llegar a un coloquio, en este caso con la Madre. Estas escenas que nos narra Lucas, en los dos primeros capítulos, tienen un estilo semítico distinto al del resto de su evangelio. ¿No serían dictadas directamente por la Virgen? Hagámonos esa idea que nos ayudará en el coloquio posterior.

El pasaje de Lucas de la anunciación del nacimiento de Jesús viene a continuación de la anunciación del nacimiento de Juan Bautista. Hay un paralelismo entre las dos escenas que tiene un sentido: la primera anunciación prepara la segunda y sus diferencias son significativas mostrando la gran distancia que media entre el Bautista y el Señor.

Si fue un milagro que de unos padres estériles naciera el Bautista, mayor milagro es que Jesús nazca de una madre virgen.  Zacarías sirve en el templo de Jerusalén y allí se le aparece Gabriel; María vive en Nazaret, una ciudad insignificante, de la que no podía salir nada bueno (Jn 1, 46). Allí se aparece también Gabriel. En este contraste se realiza una obra grande de Dios, en clima de silencio y humildad. 

La turbación de Zacarías no es la misma que la de María, pues la de esta proviene de la sorpresa que le causa el saludo, como dice el texto: discurría qué significaría el saludo. Mientras que, en el caso de Zacarías, el temor se apoderó de él. Zacarías pide una señal de lo que se le anuncia, le falta fe. La pregunta de María no implica falta de fe en lo que le dijo el ángel: al contrario, su pregunta se justifica porque en el anuncio del ángel ve, de su parte, una imposibilidad pues no solo no conozco varón, sino que no lo conocerá en adelante, por su decisión de permanecer virgen.

La consecuencia de esta escena es que todo un Dios creador de todo lo visible y lo invisible, se anonade para transformarse en un embrión humano y todo ello pidiendo permiso a una de las nuestras: María. ¿Puede darnos Dios mayor lección de humildad? 

Se pueden sacar más reflexiones de este pasaje, lo importante es que tú las consideres con Ella y luego las guardes en tu corazón.

Archivo del blog